Durante los 18 años que el Madrid se marchó de Riazor sin la victoria hay partidos del Deportivo que merecen la calificación de sobresalientes, pero hay alguno que pueden considerarse épicos, en concreto dos: los correspondientes a las temporadas 1993-94 (4-0) y 2008-09 (2-1). El primero corresponde a la época de eclosión del Superdépor y el segundo, a la etapa en la que el equipo blanquiazul bastante hacía por mantenerse en la zona cálida de la clasificación.

Aquella noche del sábado 19 de septiembre de 1993 el Deportivo llegaba muy limitado porque no podía disponer de sus dos principales futbolistas, Mauro Silva y Bebeto, concentrados con la selección brasileña, en una época en la que las federaciones imponían sus criterios sobre los de los clubes. Fue la noche de Claudio Barragán. El de Manises anotó los dos primeros goles, además de enviar un remate al larguero, y fue una pesadilla para la zaga blanca a pesar de jugar con molestias en el pubis. Manjarín y Fran pusieron los dos últimos goles en la recta final del choque.

Los blanquiazules llegaban como víctimas para los merengues, ansiosos de demostrar su poderío y vengar la derrota de la temporada anterior, cuando los futbolistas de Arsenio Iglesias remontaron un 0-2 adverso para imponerse, 3-2, con dos tantos de Bebeto y otro de Ricardo Rocha en propia meta. Los blancos contaron aquella noche de septiembre incluso con la epermisividad de Díaz Vega, que dejó que Fernando Hierro acabase el partido a pesar de las excesivas faltas que cometió. El árbitro asturiano le había mostrado una cartulina roja a Alkorta, pero se la tuvo que guardar porque era la primera amonestación para el defensa vasco.

Fue el inicio de una gran campaña para el Deportivo -en esa fecha se estaba estrenando en la Copa de la UEFA- que finalizó con el disgusto del empate sin goles contra el Valencia en la última jornada. Sí, fue aquella que es conocida como la del penalti de Djukic. El cuadro coruñés acabó segundo, empatado a puntos con el Barcelona - dream team- de Johan Cruyff, que conquistó la Liga merced al golaveraje particular (1-0 en Riazor y 3-0 en el Camp Nou). Y de nuevo clasificación para la Copa de la UEFA porque en esa época solo los campeones jugaban la Copa de Europa, ahora Liga de Campeones.

El otro encuentro que merece la nota más alta se disputó en el curso 2008-09. Fue la última alegría del Deportivo ante el Madrid, que a partir de la siguiente campaña empezó a saber lo que es vencer en el coliseo coruñés. La diferencia de plantilla entre los coruñeses y los madridistas era enorme ya entonces, pero el equipo dirigido por Miguel Ángel Lotina supo doblegar a los hombres entrenados por Bernd Schuster con los goles de Mista y Lopo. Ambos básicos, pero el del catalán llegó justo cuatro minutos después del empate de Van Nistelrooy y sirvió para apaciguar los ánimos del un rival que se creía superior.

Era el Deportivo que ya empezaba a sufrir para garantizar la permanencia. El año anterior, el primero de Lotina en el banquillo, ya lo había pasado mal al inicio, debido a la marcha de futbolistas muy importantes, pero acabó con el equipo clasificado para la Copa Intertoto, a través de la que obtuvo el billete para la Copa de la UEFA, en la que fue su última participación continental. Después llegó la etapa más dura de la época moderna, y aún así todavía fue el cuadro coruñés capaz de darle un disgusto al todopoderoso Madrid de José Mourinho al cosechar un empate en Riazor (0-0). El entrenador madridista se había quejado de que habían jugado contra diez defensas y un portero; el Madrid había alineado a cuatro defensas y a Pepe como mediocentro.