De todos los escenarios posibles, el Deportivo se encontró al término del partido contra el Espanyol con el más doloroso. El fin de semana arrancó con la posibilidad de sellar la permanencia sin ni siquiera jugar y acabó con la amenaza real del descenso. Un empate o una derrota el sábado del Sporting contra Las Palmas confirmaría la salvación, pero los asturianos ganaron y aplazaron el posible desenlace de la temporada a lo que ocurriera en Riazor el domingo. El compromiso representaba otra oportunidad para el conjunto de Pepe Mel después de la desperdiciada ante Osasuna la jornada anterior y además les brindaba la ocasión de congraciarse con una afición al borde del hartazgo. La victoria necesaria para evitar alargar más el sufrimiento tampoco llegó después de un nuevo ejercicio desesperado del equipo y de otro intento de Mel por encontrar soluciones a la parálisis que los aboca a dos últimas jornadas de infarto.

El abismo, más cerca. Cinco puntos separan a los deportivistas de la zona de descenso a falta de seis por disputarse, un margen que debería ser definitivo pero que no tranquiliza. "Las cuentas las sabemos todos, los posibles triples empates, pero son variables que no puedes manejar. Nadie es adivino, tenemos que manejar lo que está en nuestras manos, el partido ante el Villarreal, hacer un encuentro inteligente y sumar. Es lo que podemos controlar", reflexionó ayer Álex Bergantiños. "Si perdemos los dos partidos y los demás hacen sus deberes, sabemos que podemos caer y habrá sido demérito nuestro. Tenemos que pensar en lo nuestro, tenemos el privilegio de depender de nosotros mismos", recordó el capitán deportivista.

Otro experimento fallido. A su llegada, Pepe Mel centró esfuerzos en congraciarse con una plantilla deprimida. Dio oportunidades incluso a los más marginados durante la etapa anterior y subrayó la necesidad de que todos se sintieran útiles. Algo, sin embargo, comenzó a torcerse a partir de la derrota contra el Celta. El entrenador madrileño sorprendió con una alineación y un planteamiento llamativos y desde entonces no ha encontrado un once reconocible. Por el camino han ido desertando futbolistas recuperados para la causa por el propio Mel, como en el caso de Fayçal o Kakuta. De ello deriva posiblemente la apuesta del domingo contra el Espanyol. En un compromiso vital, el técnico le dio la alternativa a Edu Expósito como integrante de un trivote ficticio que no terminó de funcionar. El joven del filial, clave en el Fabril recién proclamado campeón de su grupo en Tercera División, fue el sacrificado en el descanso para que el equipo adoptase un esquema más natural.

Los centros, el recurso principal. La entrada de Carles Gil permitió a los deportivistas ordenarse a través de su esquema habitual con dos mediocentros y un mediapunta. Tuvo más fluidez con la pelota y llegó con más facilidad hasta la portería de Diego López, pero acabó abusando de los centros al área. La mayoría fueron inocuos y sencillos para el guardameta del Espanyol. "El equipo lo intenta, no se han cumplido las expectativas que se nos han marcado y hay que reconocerlo. Estamos metidos en la pelea hasta el final y hay que asumirlo", reconoció Álex.

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Entrenamiento con reproches desde la grada

La confianza, bajo mínimos. La delicada situación que atraviesa el equipo se traduce en precipitación y errores impensables cuando el ánimo mantiene niveles normales. El ejemplo es el fallo de Arribas en el primer tanto del Espanyol. "La afición, como es lógico, está nerviosa por la situación y la inercia del equipo y, cuando estás en esas situaciones e inercias, los rivales necesitan menos para hacerte daño", razonó Álex sobre el momento que atraviesa la plantilla. "La cabeza es muy importante en todos los deportes. El equipo está débil anímicamente, cualquier golpe lo acusa más", insistió.

Mel y la "negatividad". El técnico se refirió nada más terminar el partido del domingo a la "negatividad" que rodea al equipo y a la tarea que tiene por delante para contrarrestarla. Tendrá que volver a ejercer como motivador, como a su llegada, y aparcar aspectos tácticos en los que no ha tenido influencia. "Nos dijo que la gente estuvo muy enchufada y que hay que reforzar eso, que nos unamos para este final de Liga, que quedan doce días de competición y hay que arrimar todos el hombro", indicó ayer Álex sobre la terapia del entrenador.