No podía ser de otra manera dados los antecedentes y la tradición del club. Difícilmente se podría pensar en otro desenlace, por mucho que la gran mayoría soñase con una salvación por méritos propios ante el Villarreal. Cualquier deportivista había asumido de antemano que llegaría de manera agónica, al borde de lo asumible para cualquiera que no estuviera acostumbrado. La forma en la que el Deportivo alcanzó ayer la permanencia representa un capítulo más dentro de ese sufrimiento en el que se ha instalado en las últimas temporadas y que le convendría ir superando para abrazar nuevas expectativas. Conservando el empate y beneficiado por el resultado que a priori parecía menos posible, el conjunto blanquiazul regresó del estadio de La Cerámica con la continuidad en Primera División en el bolsillo después de coquetear durante dos semanas consecutivas con la incertidumbre.

El empate sin goles en Villarreal, sumado a la igualada del Leganés ante el Athletic, contrarrestó la victoria del Sporting en Ipurua y permite al equipo afrontar la última jornada sin nervios, consciente de que puede clausurarse una temporada por debajo de las expectativas. Lo tuvo que sudar desde el principio frente a un rival que se jugaba sus aspiraciones europeas, incluso la posibilidad remota de alcanzar los puestos de Liga de Campeones.

Ante un Villarreal deseoso de confirmar su presencia en las competiciones continentales el curso que vine, el Deportivo compareció tenso a un partido que debía jugarse con las piernas, la cabeza pero también con el estómago. Había que templar los nervios y mantener la concentración frente a los mensajes que pudieran llegar del resto de implicados en la pelea por la ansiada permanencia. La salvación se decidía en el estadio de La Cerámica, pero también en Ipurua y San Mamés.

Aguantó el Deportivo el primer envite del Villarreal bien recogido sobre el área de Germán Lux, a pesar de que Pepe Mel olvidó los experimentos y colocó una alineación que permitió al equipo acoplarse a su esquema más habitual. Fue un adelanto de lo que le esperaba a los blanquiazules, que llegaban tarde a las disputas, concedían faltas en zonas peligrosas y no lograban frenar las incorporaciones de los laterales rivales. Le faltaba al conjunto blanquiazul fluidez para mover la pelota e incluso para conservarla, de manera que a medida que iban transcurriendo los minutos el campo se le iba haciendo más largo.

En una de las pocas ocasiones en las que consiguió estirarse, alcanzó la frontal del área en una cabalgada de Ola John que el holandés finalizó con un latigazo seco pegado al palo derecho de la portería de Andrés Fernández. El portero del Villarreal logró estirarse para desviar la pelota a córner, pero esa oportunidad fue casi la única llegada de los deportivistas en una primera parte muy gris.

Era el equipo local el que dominaba e inquietaba la portería de Lux, que en el tramo final de la primera parte comenzó a agigantarse para mantener viva la posibilidad de la permanencia. Para entonces el panorama ya era sombrío para los deportivistas porque el Sporting ganaba en Eibar y el Leganés perdía en San Mamés. Con esos resultados, el Deportivo pospondría el resultado hasta la última jornada del campeonato. El argentino mitigó la situación con una intervención en la última jugada del primer acto en la que desvió un remate a bocajarro tras un córner. El rechace se fue en dirección a Soldado, Lux dudó y el delantero del Villarreal intentó rematar golpeando en la mano al portero deportivista, que se revolvió y se jugó la expulsión al empujar al jugador rival. Le perdonó Gil Manzano y el partido se marchó a una segunda parte que se presumía de agonía.

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El Dépor empata y se salva en Vila-Real

Lo fue desde el regreso de los vestuarios, primero con un remate de Bruno tras un saque de esquina que se marchó desviado por muy poco y después con una nueva intervención salvadora de Lux. Al argentino le tocó al borde del minuto 70 frenar un centro lateral que se paseó por su área entre una maraña de jugadores sin que nadie llegara a rematarlo. Sacó la mano como pudo y constató que el Deportivo moriría o viviría en su área.

No encontró respiro el equipo de Pepe Mel para asomarse por la portería rival porque no fue capaz de conectar con sus jugadores de más talento. No apareció Emre Çolak ni tampoco Carles Gil, mientras que Ola John fue perdiendo fuelle con el paso de los minutos debido al desgaste al que se sometió en defensa. Cumplió el holandés ayudando en el costado izquierdo a Fernando Navarro. Apenas enseñó el colmillo el Deportivo en la segunda mitad, al que el horizonte se le comenzó a aclarar con el tanto del Leganés en San Mamés.

La igualada le servía a los de Mel para conservar la categoría, así que se entregaron a un ejercicio de supervivencia en el que les sostuvo Germán Lux en un tramo final de infarto. El exdeportivista Adrián López estuvo a punto de marcar para el Villarreal en una ocasión que el argentino desbarató con una pierna antes de que el árbitro anulara la jugada por fuera de juego. Después Bakambu desvió sin acierto un centro lateral que podría haber sido catastrófico. No acertó el delantero del Villarreal y el Deportivo tenía por delante ocho minutos para resistir un resultado que le mantenía en Primera División. Tenía a la vez que esperar a que el marcador en el estadio de San Mamés siguiera sonriéndole.

Ese escenario acabó por cumplirse y abre ahora uno nuevo en el que el club deberá resolver todos los interrogantes que ni siquiera la permanencia podrá aclarar. El futuro de Pepe Mel, el papel de la dirección deportiva y la configuración de la plantilla para el curso que viene centran ahora la atención para que de una vez por todas el club abandone su sufrimiento perenne.