El Deportivo salió vivo del estadio de La Cerámica, donde pasó por un sufrimiento extremo para acabar arañando un punto con el que agarrarse definitivamente a Primera. El partido de Vila-Real fue una auténtica tortura que condensó en 94 minutos lo que fue toda la temporada para el conjunto coruñés, empeñado en complicarse el camino hacia la meta con continuos tropiezos. Más que por méritos propios, cumple el objetivo porque hay tres equipos peores. La campaña es mala pese a la demostración de solidaridad y coraje que hizo el Dépor frente al Villarreal. Recurrió a su versión más rocosa, la de los primeros encuentros de la era Pepe Mel, y mantuvo su portería imbatida en uno de los campos más difíciles del fútbol español.

Ayudas constantes en todo el campo. Los jugadores blanquiazules se emplearon a fondo en tareas defensivas, con muchas ayudas en todos los sectores del campo y peleando con decisión por cada balón dividido. Replegaron rápido las pocas veces que perdieron el balón en campo contrario y mantuvieron un nivel de concentración y activación muy alto de principio a fin. Atacantes como Ola John o incluso el delantero centro, Florin Andone, retrasaron con frecuencia sus posiciones para ayudar a sus compañeros a frenar las acometidas del Villarreal. Todos arrimaron el hombro, desde el primero hasta el último, para acabar consiguiendo el objetivo inicial de la temporada.

Defensa por acumulación. El plan era impedir que el submarino amarillo pudiera crear y asociarse con comodidad en campo contrario. Los castellonenses tuvieron mucho más el balón (66,2% de posesión) pero se atascaron a partir de tres cuartos de campo en adelante. No les quedó más remedio que recurrir a los centros laterales, sobre todo en la recta final del encuentro, en la que el Deportivo acabó defendiendo por acumulación. Con una primera línea de hasta seis jugadores, el equipo coruñés supo juntarse atrás y cerrar los pasillos interiores ante un rival muy dotado de talento y pegada.

Renuncia al ataque. El Dépor salió al campo con la misión de mantener su portería imbatida. Prácticamente renunció al ataque, salvo por alguna carrera aislada de Andone. Poco peligro generó, casi ninguno, ni siquiera a balón parado o a la contra. Un disparo potente de Ola John fue la mejor aproximación coruñesa en los 94 minutos que duró el encuentro. Solo en algunas fases de la segunda parte el Deportivo logró enlazar más de cuatro pases seguidos en campo contrario, aunque más para mantener el peligro alejado de la portería de Germán Lux que para aproximarse a la meta rival.

Poroto, otra vez decisivo. Varias intervenciones de gran mérito del argentino mantuvieron con vida al Deportivo ante un rival que lo intentó de todas las maneras. Fran Escribá echó mano de todo lo que tenía en el banquillo, incluido el goleador Sansone y el exdeportivista Adrián López, en busca del tanto de la victoria. Sin embargo, el Dépor se mantuvo firme hasta el final para acabar sumando el punto definitivo con el que renovar su billete en la máxima categoría nacional.

La fortuna, por fin de cara. En una temporada plagada de episodios de mala suerte, en Vila-Real la fortuna sí estuvo de cara para el conjunto coruñés. Por ejemplo, en la acción que pudo costarle la expulsión Lux justo antes del descanso. El colegiado Gil Manzano decidió castigar su empujón a Soldado solo con una tarjeta amarilla. También la suerte sonrió al Dépor en alguna de las claras ocasiones que generó el Villarreal. Bakambu falló en el tramo final una de esas oportunidades que no suele desaprovechar un ariete de su nivel.

Condicionados por los otros resultados. Los futbolistas de Mel no fueron capaces de abstraerse de lo que iba sucediendo en otros estadios. Inevitablemente, les fueron llegando noticias sobre cómo transcurrían las cosas en Ipurua y el Nuevo San Mamés. El gol del Sporting en Eibar obligaba al Dépor a tener que ganar al Villarreal para no dejar todo pendiente para la última jornada. Sin embargo, con un empate resultó suficiente gracias a la inesperada igualada del Leganés en Bilbao. Tanto sufrimiento dio paso a una liberación total en cuanto se confirmó la permanencia matemática.