Aunque en la grada el cuento terminó sin comer perdices, si lo hizo con ola. Como si no nos hubiéramos mojado bastante durante toda la temporada, vaya.

Partido de trámite el que se vieron obligados a disputar ayer Deportivo y Las Palmas. Tanto que si estuviéramos hablando de baloncesto, podríamos decir que era el partido de la basura de una temporada para tirar al contenedor de la autocrítica reflexiva.

En una clara trayectoria descendente, instalados casi en el conformismo, el conjunto amarillo mostró sobre el césped de Riazor un escaso rigor defensivo, rayando la indolencia en determinadas acciones, sobre todo sin balón.

El Deportivo, más obligado a aplicarse en la tarea, puesto que los ánimos generados en la afición durante la temporada invitaban a tomárselo en serio y no dejar un solo balón sin disputar, casi ni motivación necesitaba para llevarse los tres puntos con solvencia. Y así sucedió.

Poco más se puede decir de este partido en cuanto a juego, y sí en cuanto a ciertas actitudes que merecen mención especial.

No eligió Florin Andone el mejor momento para dirigirse a la grada (debería saber que nunca es buen momento para hacerlo, es un gesto de mala educación) porque a él se le paga, y bien, por marcar goles y por defender el escudo que lleva.

Lo que los deportivistas quisiéramos, socios y no socios, accionistas y no accionistas, es que Andone marcara goles en cada partido y que nos dieran más puntos de los obtenidos esta temporada, así señor Andone, no le haría falta a usted hacernos callar.

Debe entender que quien le paga, ama a ese escudo y paga por verlo en el pecho de profesionales que al menos les respeten, al escudo y al aficionado. Es usted un profesional sujeto a critica como tantos otros en otras profesiones, le guste o no.

¿Acaso este cuento debería haber finalizado aplaudiendo a los futbolistas del Osasuna, Granada y Gijón?. comiendo perdices con ellos?