El Fabril no falló, y Riazor, tampoco. El rotundo y multitudinario apoyo que la afición deportivista brindó a los chicos de Cristóbal Parralo resultó clave para que el filial sacara adelante su partido frente al Cacereño. Aplausos, ovaciones a raudales y algunos cánticos originales y exclusivos para la ocasión: "¡Ni Barça, ni Madrid... Dépor y Fabril!", se escuchó varias veces, entonado al unísono por los más de 8.000 seguidores que se dieron cita para acabar festejando por todo lo alto el regreso del Fabril a Segunda B. Es la estimación de asistencia que hace el club, ya que los tornos no estuvieron operativos y los aficionados accedieron al campo tanto con los carnés de socio como con las entradas que dieron derecho a asistir al Dépor-Las Palmas de la última jornada de Primera.

Mucho público para ver al filial en acción. Tanto, que hizo falta que se abriera Tribuna Superior, cuando inicialmente solo estaba previsto que se permitiera el acceso al anillo inferior del estadio. Poca gente en Pabellón Inferior, bastante en Preferencia Inferior, mucha en Maratón Inferior y lleno en Tribuna Inferior, lo que hizo que parte del público tuviera que subir a la grada superior para acomodarse en una ubicación más elevada.

Al grito de "¡Campeones, campeones!" fueron despedidos los jugadores, como premio sonoro a su gran temporada, culminada con el ascenso. Al término del encuentro, hubo varios momentos emocionantes. Por ejemplo, cuando los futbolistas se acercaron al fondo de Pabellón Inferior para abrazarse con los Riazor Blues. Luego regresaron al centro del campo para, desde allí, despedirse de una afición que la próxima campaña les volverá a alentar en la categoría de bronce del fútbol español. Una fiesta completa y ejemplar por la perfecta sintonía entre el equipo y la hinchada. Desde la grada destinada a la afición visitante, en el córner entre Preferencia Superior y Pabellón Superior, se situaron los seguidores extremeños, también modélicos por sus ánimos al Cacereño pese a la derrota.