Fue la antepenúltima desgracia antes de que todo cambiase, la que removió los cimientos de Riazor a casi todos los niveles. 6 de junio de 1987, hoy hace 30 años. El Dépor se enfrentaba por enésima vez a una cita decisiva desde 1973, entonces su último año en Primera. Debía haber ascendido unos meses antes al haber quedado segundo al final de la Liga, pero una novedad federativa le abocó al play offpor el ascenso, a jugársela ante el Celta de Colin Addison y a tropezar con un colegiado maldito, Díaz Vega, y con su propia fatalidad. Rayo, Oviedo... Un error arbitral que hizo que todo estallase en la grada, justo en una época de cambio de guardia en los fondos (ese año nacieron los Riazor Blues) y con un evidente auge de los localismos.

"Aún no sabemos qué pitó Díaz Vega", se pregunta hoy en día Vicente Celeiro sobre la supuesta pena máxima a Alvelo un metro fuera del área y que sólo existió en la mente del asturiano. "Era el tercer ascenso que se me escapaba en el último o penúltimo partido. Nunca supimos cerrarlos ni jugarlos. Estábamos con la desgracia encima", se lamenta quien un año después libraría al Dépor de la Segunda B. "A mí la gente aún me para por la calle para recordarme esa jugada. '¡Vaya penalti os pitaron!', me dicen. Como a veces repiten las imágenes por televisión...", apunta Antonio Dacosta, protagonista involuntario de la pena máxima al haber derribado al céltico. "Uno aprende a vivir con ello, me dio rabia porque encima ese año ascendieron a Díaz Vega y nosotros nos quedamos en Segunda. Sé que hay presión y están a muchas pulsaciones cuando toman decisiones, pero que encima lo llevasen a Primera. Fue la espinita que me quedó en A Coruña, ascender, estaba tan bien allí...", asegura quien hasta hace poco era el técnico de la UD Ourense, artífice de tres ascensos seguidos. "Poco a poco lo vas olvidando, pero hubo mucha polémica. Aun así, yo también tengo que decir que hay que pararse a pensar que no hicimos un buen play off y el Celta tenía un buen equipo". Portela, otro de los deportivistas titulares aquel día, hace un análisis más global y valora al grupo celeste formado por los Maté, Maraver, Atilano, Vicente o Baltazar.

Esa pena máxima encendió la llama de una mecha corta tanto en el césped como en la grada. El tanto llegó al filo del descanso y afloraron todas las frustraciones, sentimientos y rencillas en uno de los fondos. La presencia de las cámaras de la TVG TVGle dio más difusión. Hubo carga policial, heridos; también hubo incidentes en la ciudad. Riazor fue clausurado un partido. Los derbis habían cambiado. "Eran más agresivos que los de hoy. Calentitos, caldeados...", contextualiza Vicente. "Se tiraron piedras, se rompieron coches... Existe la disculpa de que el partido fue como fue, pero no debió pasar nada de todo aquello. Me duele hacer memoria porque soy deportivista", se lamenta Dacosta. El estallido de una olla exprés que llevaba toda la temporada silbando. Era el cuarto derbi de aquella Liga 86-87. "Ese día hubo incidentes en Rubine. Ya enVigo habían pasado cosas que tuvieron que ver con lo que ocurrió esa tarde en Riazor", apunta Portela. De hecho, muchos aficionados boicotearon el desplazamiento a Vigo para el play off por lo acontecido en el duelo de la liga regular, solo viajó la Barrio Sésamo.

"Entre el penalti y las cargas se convirtió en un partido embarullado, tosco. Era de 0-0 y el empate nos habría dado el 90% del ascenso", pronostica Vicente. El resultado, 0-1, otra desgracia para el grupo, comandado por Eusebio Ríos, "un pedazo de pan", y José Luis, "el alma", que se fue aquel verano al Betis tras unos abucheos en la presentación del equipo. Para Portela era "un equipo sencillo, humilde, con calidad y canteranos. Vara era el líder, también estaba Donowa con unas facultades físicas...". Jorge, Silvi, Verón, Gil, Maldonado, Sánchez Candil, Traba, Agulló o Chuchi Hidalgo se quedaron sin ascenso o tuvieron que esperar. Aún restaban unos años de penalidades antes de alcanzar la gloria.