Regresa al campo en el que siempre soñó jugar. Riazor. Un coruñés de récord, el último gran líder blanquiazul. El Dépor no cerró la vuelta de un cualquiera, vuelve a casa Lucas PérezLucas Pérez. Ese chaval humilde y de barrio que cumplió la ilusión de todo niño de bajar de la grada al campo y ser en gran parte el hilo conductor de ese sentimiento, de esa pasión que lleva dentro desde que tiene uso de razón para dar vida a un club en cuidados intensivos. Lo hizo a partir de 2014 y pretende repetir desde hoy, aunque las constantes del enfermo son algo mejores. La grada, exultante, lo recibe con los brazos abiertos.

El coruñés creció dando patadas a un balón en Monelos, en el Barrio de las Flores, en la plaza de Pablo Iglesias. Estuvo a punto de ir a Brunete con la camiseta blanquiazul, no pudo ser. No paraban de cerrársele puertas y nunca renunció al sueño de ser futbolista, a jugar algún día en Riazor. Se fue a Vitoria, a Madrid, a Ucrania, a Grecia. Estuvo a punto de regresar ya en la etapa Lendoiro. Tuvo que esperar a la tercera oportunidad mientras rechazaba al Celta y no dudo en sacrificar su prosperidad económica en Salónica por enfundarse la elástica blanquiazul. En su primer año como deportivista le lastró una lesión de rodilla, pero llegó a tiempo para rescatar a sus compañeros en la agónica salvación del Camp Nou. Su gol por la escuadra devolvió al Dépor a la vida y abrió las puertas para que llegase el histórico tanto de Diogo Salomao.

Del alivio, a la exuberancia, a la mejor versión de un futbolista arrollador. Todo lo que se le intuía en Lucas acabó saltando a los ojos en 2015. Esa facilidad para el remate, para el desmarque, para contagiar y exigir a su equipo, para ser el líder que necesitaba Riazor. Víctor Sánchez del Amo lo colocó en punta y afloraron todas sus virtudes. Se hartó de meter goles en la primera vuelta mientras el Dépor coqueteaba con la zona europea. Le hizo un guiño a la selección española con su fútbol, pero el continuista Vicente del Bosque no captó el mensaje. 17 goles en su segunda temporada, la mejor de toda la historia en Primera de un futbolista coruñés. Primero superó los once goles de Beci en 1969 y después dejó atrás a leyendas como Amancio y Luis Suárez. Y él lo hizo con la camiseta del Deportivo, el gran valor añadido.

Fue su primer récord, el segundo supuso un disgusto en la plaza de Pontevedra. Su gran temporada y los 20 millones de su cláusula de rescisión le convirtieron hace un año en un caramelo en el mercado. El coruñés se hartó de rechazar a equipos de ligas menores o que no le asegurasen jugar la Champions, pero llegó el Arsenal y le hizo dudar. Se fue con la idea de probarse al más alto nivel y volver en cuanto surgiese la menor oportunidad. El desembolso de los ingleses le convirtió en el traspaso mas caro de la historia del fútbol gallego. Vuelve a casa 366 días después tras un año de sinsabores en el que rindió en los ratos que le regaló Wenger e incluso se permitió el lujo de hacer un hat-trick en Liga de Campeoneshat-trick. Ya está en A Coruña para recuperar sensaciones ya olvidadas, para calmar la morriña y liderar al Dépor. El Mundial de Rusia también está en el horizonte. Lucas no renuncia a nada y menos en casa.