Pocas alegrías ha tenido el deportivismo que llevarse a la boca en la pasada Liga en Riazor. La balanza entre el sufrimiento y el disfrute está bastante desequilibrada. Muchas decepciones, partidos insulsos. Solo unos pocos se salvaban en un gris tono general. La explosión del gol de Babel ante el Sporting, el sudado triunfo ante el Barça, el alivio-desconexión del último duelo ante Las Palmas y el regalo postrero de Lucas Pérez ante el Eibar antes de marcharse para volver. Poco más. Solo hay una época y, sobre todo, un partido en el que el deportivismo se liberó y disfrutó en su propia casa, el último Dépor-Real Sociedad (5-1), justo el duelo que se reeditará el próximo fin de semana en A Coruña.

Ese día, el 5 de diciembre de 2016, se jugaba el puesto Gaizka Garitano. Había muchas dudas y el comienzo de Liga había sido más que titubeante, hasta había sido goleado el grupo del técnico vasco por el Celta (4-1). También es cierto que el fútbol del Dépor llevaba unas semanas avisando. Casi le había remontado al Málaga (4-3), había estado a punto de doblegar al Sevilla (2-3). El equipo donostiarra llegaba a Riazor en un gran momento de forma, la amenaza era enorme e incluso pesaba en el ambiente el duelo de 2013 en el que se consumó el descenso blanquiazul a Segunda y la Champions txuri-urdin. Pero nada ni nadie podría con un Dépor arrollador.

Fue el día que todo el puzle deportivista encajó. Ryan Babel alcanzó el pico de forma y su presencia en el campo lo equilibraba todo. Le daba gol al equipo, pausa con la pelota para que el grupo se reajustase y se animase a construir desde atrás. Futbolistas como Emre Çolak, Carles Gil o Guilherme, por fin, exhibían su mejor versión y se encontraban cómodos, así la defensa sufría poco o nada. Poco tardó el Deportivo en convertir en palpables las sensaciones que se vieron desde los primeros minutos. Había estado a punto de marcar Florin Andone, pero fue finalmente Sidnei en el minuto once el que aprovechó una jugada ensayada desde el saque de esquina con un servicio medido del turco. Un cuarto de hora más tarde Iñígo Martínez hacía el 2-0 en propia meta y al filo del descanso una cabalgada de Juanfran tras un soberbio pase del holandés fue remachado a la red por el rumano. 3-0 y al descanso. Riazor se frotaba los ojos, no se lo creía.

La Real Sociedad avisó y recortó en la segunda parte, pero era la noche del Dépor. Pronto Babel batiría a Rulli tras aprovechar el rechace de un penalti fallado por él mismo. 4-1. Y el 5-1 para Andone en una contra llevada por Çolak. Esa goleada fue el arranque de un mes fantástico en el que el equipo coruñés pareció capaz de todo. Las injusticias arbitrales le impidieron puntuar o incluso ganar en el Bernabéu y en Riazor superó con facilidad a Betis y a Osasuna. Pocos momentos como aquel en los últimos tiempos. La grada empezaba a creer que por fin podría respirar. Empezó 2017, se fue Babel y ese círculo virtuoso que se creó en aquel mes de diciembre saltó por los aires. Antes de ese duelo arrollador, dos empates y la dolorosa derrota de 2013 ante los enfrentamientos en A Coruña con el conjunto vasco. Son encuentros que en los últimos tiempos han marcado puntos de inflexión. ¿Volverá a pasar lo mismo este domingo?