La victoria en el Villamarín la tuvo el Deportivo en un par de contragolpes en la segunda mitad en los que le faltó claridad para apuntillar, justo la que tuvieron Joaquín y Guardado en una situación parecida para abrochar el triunfo para los béticos. Por sensaciones, sin embargo, el conjunto blanquiazul sigue lejos de poder llevarse los partidos, por mucho que ayer se encontrase con la posibilidad de conseguir la primera victoria del curso.

Ante el Betis, un equipo también a medio cocinar, volvió a gripar para alargar su titubeante arranque de campeonato. Los males fueron los mismos de las tres jornadas precedentes: un conjunto plano, apenas organizado y que emite sensaciones procupantes en cuanto a la propuesta con la que comparece a los encuentros.

El diagnóstico deja en mal lugar a un Pepe Mel que ayer sacudió el árbol en busca de soluciones después de los tres traspiés consecutivos del inicio de la competición. Cambiaron los nombres en la alineación, pero el técnico apenas modificó el esquema con dos delanteros que proclama como su preferido.

Arribas entró en el lugar del defenestrado Sidnei, Navarro por Luisinho para dar descanso al portugués, Borges por el lesionado Mosquera, Bakkali en el sitio de Bruno y Pantilimon por Tyton. Era el estreno del rumano en la portería y tenía no pocos ojos fijados en su imponente figura de más de dos metros. Prácticamente en su primera intervención quedó señalado.

Un centro desde el costado derecho al filo del cuarto de hora lo conectó de cabeza Sergio León. Su remate encontró una respuesta tibia en Pantilimon, que ni lo rechazó ni lo desvió. En lugar de eso, lo dejó en la cabeza de Joaquín para que el capitán bético adelantara a su equipo. Bramó el rumano reprochándole la acción a su defensa y obviando un error que incrementa las dudas alrededor de la portería después de las maniobras infructuosas del club en el mercado de verano, la lesión de Rubén y la discreta actuación de Tyton la semana pasada frente a la Real Sociedad en Riazor.

Las dudas, no obstante, no son exclusivas de la portería. Más bien se extienden a todas las líneas deportivistas porque se presenta especialmente complejo descifrar qué pretende el equipo en sus compromisos. Apenas tuvo respuesta al tanto inicial del Betis y se encontró a merced de los locales hasta que llegó el tanto del empate.

Antes había avisado Guilherme con un disparo lejano a los veinte minutos, el primero del partido para los blanquiazules. La igualada llegó de una manera parecida, a través de una acción que nació más a través de la iniciativa individual que de un plan colectivo previamente establecido.

Borges conectó un disparo lejano que escupió el larguero antes de que lo recogiera Fede Cartabia en las inmediaciones del área para perfilarse hacia el centro y batir a Adán con un espléndido disparo cruzado. Se marchó a celebrarlo con Mel, que escogió no represaliarlo después de su contratiempo en las redes sociales.

Respiraba el Deportivo, que hasta entonces había pasado por el partido de puntillas y sin demasiado pulso. Apenas sufrió hasta alcanzar el descanso porque el Betis decayó en sus ansias de asomarse a la portería deportivista.

El arranque de la segunda parte, sin embargo, tuvo de todo. Primero Pantilimon enmendó su error en el primer tanto con una intervención de mérito a remate de Sergio León. El rumano desvió la justo el cabezazo del delantero bético para mantener el empate en el marcador después de un centro envenenado desde la derecha.

Aún no se había recuperado del susto el conjunto deportivista cuando Undiano Mallenco señaló penalti en contra de los blanquiazules por un derribo de Guilherme sobre Durmisi. Protestó airadamente el conjunto de Mel hasta convencer al colegiado navarro de que consultara la acción con su ayudante. El juez de línea le trasladó que el lateral bético se había tirado, a pesar de que sí existió contacto con el centrocampista brasileño.

La decisión terminó por envalentonar a los jugadores béticos, que entonces sí se lanzaron con ímpetu hacia la portería deportivista. El conjunto local controlaba la pelota y también el partido, aunque con una ambición que dejaba la puerta abierta a los contragolpes deportivistas. El mejor de ellos lo desaprovechó Bakkali en superioridad cuando tenía como apoyos a Andone y Adrián. Abusó de individualismo el belga y terminó arrollado por Feddal en una acción que el árbitro pasó por alto.

Blando en esas acciones, el Deportivo lo terminó pagando después de una pérdida inocente de Fede Valverde en el centro del campo que gestionó Guardado de manera magistral. El exdeportivista adivinó la llegada de Joaquín entre un despistado Navarro y un indolente Luisinho, que acababa de entrar en el campo, para colocar el segundo y confirmar que el Dépor todavía no ha escarmentado.