Sin rumbo o con rumbo errático, así navega el Deportivo en la competición de Liga de Fútbol.

A pesar de los cambios en la tripulación, el Dépor retorna a puerto con una nueva derrota y con las mismas sensaciones a las que ya nos tiene acostumbrados este barco cada vez que sale a faenar? y no solo en la actual campaña.

El Betis, un navío habituado a las aguas de un río, navegable sí, pero un río al fin y al cabo, nos superó a lo largo y ancho del encuentro sin necesidad de grandes alardes.

Ni siquiera lo fue ese magnífico pase dibujado por Guardado, que se convirtió en simple gracias a la amplitud defensiva ofrecida por la zaga deportivista, y al que dio conclusión Joaquín de forma no menos simple y práctica tras un derroche de generosidad por su desmarque.

Respecto a partidos anteriores, hubo un atisbo de mejoría en la parcela defensiva a la hora de cerrar espacios en las cercanías del área, así como tapando las líneas de pase. Salvo en el 1-0, el Betis no fue capaz de introducir en el área balones con peligro de gol, así como no encontró las facilidades que en otros partidos se le venían concediendo a los rivales para rematar desde la frontal del área. Cuando el Dépor se juntaba en repliegue intensivo, respecto a los últimos encuentros había una mayor presión sobre el poseedor del balón y sobre el receptor. Eso permitió durante unos minutos ejecutar contraataques sin recurrir al pelotazo sobre el jugador más adelantado. Lástima que la toma de decisiones en el último tramo del campo no fuera la más adecuada en la mayoría de las situaciones.

En todo caso, el Deportivo fue inferior al Betis en la mayor parte del encuentro y la derrota inapelable. En esta ocasión la penalización fue mayor en el área rival que en la propia. Falta equilibrio.

Sin profundidad ofensiva, tanto en las bandas como por dentro, sin organizador del juego de ataque que pueda ofrecer opciones más versátiles... quizá también nos penalice la toma de decisiones del patrón de pesca.

Somos gente marinera y una simple marejada nos desarbola y nos deja a la deriva.

Somos gente marinera, del norte, acostumbrados durante nuestra vida a navegar en mares y océanos soportando tempestades de todo tipo, incapaces de sacar una buena faena en un río.

El próximo miércoles toca faenar en aguas más conocidas, contra un rival de interior.

Somos gente marinera sí, pero... ¿y los patrones ?