Los inicios de los partidos en el deporte, en este caso en el fútbol, tienen un componente de concentración muy grande desde el primer minuto. Eso se trabaja, por un lado, durante la semana, en la preparación del partido, pero también tiene mucho que ver con las rutinas previas al inicio. Lo que transmites al rival a nivel de activación durante el calentamiento, incluso en el túnel de vestuarios, ya es importante. En los partidos de casa, por ejemplo, es una herramienta para generar activación y provocar en el rival un cierto miedo a ese inicio del encuentro. Se habla, se prepara e incluso se estudia qué personas son las más idóneas para ejercer un liderazgo como activadores dentro del campo, quiénes son los más adecuados para empujar de sus compañeros con el objetivo de que todo funcione bien.

Es fundamental marcar claramente lo que tiene que hacer cada jugador en determinadas situaciones, marcar lo máximo posible el rol exacto de cada futbolista. Eso hace que el deportista no dude. Puede haber jugadas en las que parece que uno o varios futbolistas tienen los brazos bajados, pero muchas veces eso tiene que ver más con tomar malas decisiones. No es que el jugador se quede parado. Es que tarda en decidir entre varias posibilidades y, cuando se da cuenta y elige, ya es tarde. Por eso es muy importante a nivel atencional marcar mucho y de forma muy concreta lo que cada uno tiene que hacer. En ese sentido, al deportista hay que darle la información justa. Si tiene demasiada no es capaz de gestionarla porque tiene que tomar decisiones en muy poco tiempo.

Al final, de lo que se trata es de buscar ese nivel óptimo, sin que un exceso de motivación al encarar el partido te pueda llevar a tener demasiada actividad y poco control.