Hace tres temporadas, 2014-15, el Deportivo vivió una situación similar a la actual tras regresar de Segunda División. La convulsión se inició en el verano de 2014 cuando el consejo de administración decidió destituir a Fernando Vázquez antes de empezar la pretemporada. Víctor Fernández fue el elegido para liderar un nuevo proyecto en la máxima categoría en la que los blanquiazules trataban de asentarse de nuevo después de que en las dos últimas en Primera acabase descendiendo. El aragonés entró con mal pie, pues venía a sustituir a uno de los últimos iconos del deportivismo y su pasado céltico tampoco le ayudó. Los resultados y la marcha del equipo hicieron el resto. Fue despedido tras la jornada 30 en la que el Deportivo empató en Riazor frente a un Córdoba prácticamente desahuciado al que igualó tras un autogol. Era la última oportunidad tras superar una serie de finales que lo mantuvieron en el cargo hasta ese 8 de abril de 2015.

Víctor Fernández llegó al parón de Navidad de ese año sin la confianza de la mayoría del consejo de administración, pero fue salvando ultimatos a base de resultados esporádicos. La derrota ante el Málaga en Riazor (14ª jornada-6 diciembre de 2014) acabó con la paciencia de la directiva, ya que la grada estaba harta de ver a un grupo de futbolistas, mas nunca un equipo. Dos victorias y cuatro empates mantenían al Deportivo en la penúltima plaza con diez puntos. La victoria frente al Elche en el partido siguiente (1-0) permitió al aragonés mantenerse en el banquillo; también la delicada situación económica del club. Fernández había salvado su segunda bola de partido. La primera había sido tras vencer al Valencia en la octava jornada (3-0), en el partido del estreno de Lucas en encuentro oficial.

El consejo de administración aguantó 22 partidos más y a falta de ocho jornadas apostó por relevarlo por Víctor Sánchez del Amo. El excelente comportamiento del entrenador aragonés a la hora del finiquito permitió al Deportivo efectuar el cambio en el banquillo porque no había dinero para excesos. Una situación muy similar a la actual en la que los resultados no acompañan a un conjunto que no muestra nada como equipo ni transmite ninguna sensación. Es como vivir una especie de El día de la marmota. Hay dirigentes y técnicos que hace tiempo apuestan por un cambio, incluso pretendían llevarlo a cabo cuando concluyó la temporada pasada, como hicieron en el caso de Víctor Sánchez. El madrileño había cumplido pero en el club no lo consideraban el adecuado para seguir al frente del primer equipo. Ahora, la situación también es parecida a la del verano de 2016. Solo que en aquella oportunidad había una apuesta clara: Gaizka Garitano. Los resultados también tumbaron al vasco, pero no su trabajo.

Ahora, la solución inmediata parece estar en casa, por lo que aportó en el poco más de un año que lleva aquí y porque el límite salarial se agotó: Cristóbal Parralo. El entrenador del filial entró con mal pie por su origen catalán -origen profesional- y le costó mucho arrancar en su primer año al frente del Fabril, un equipo hecho para dominar con autoridad en Tercera División. Acabó haciéndolo y logró el ascenso a Segunda B en la primera eliminatoria. Ahora, ya en esta categoría, es segundo en la clasificación. Más allá de los resultados, que en Tercera eran obligados, está lo que ofrece su equipo incluso cuando le faltan futbolistas importantes como fue el pasado fin de semana en el que se quedó sin Edu Expósito y Álex Cobo. Diversos técnicos coruñeses avalan el trabajo desarrollado por Cristóbal y lo consideran con la "suficiente cualificación" para dirigir al primer equipo.

Quizá no sea el nombre que apague el malestar de una afición que acumula siete temporadas de sinsabores y sufrimientos, aunque por nombre el Deportivo acudió a Víctor Sánchez del Amo para sustituir a Víctor Fernández, porque era un hombre de la casa; sin embargo, tras lograr la permanencia en ocho partidos (con el empate a dos en el Camp Nou en la última jornada) y hacer los deberes en la campaña siguiente el club decidió no renovarle. El nombre propio del deportivismo es Martín Lasarte. Pero el uruguayo tiene contrato con Nacional de Montevideo. Está en una situación similar a la del momento en el que el club contrató a Mel en lugar de Garitano y es un hombre de palabra. Su función en su equipo acaba a principios de diciembre, pero de aquí a entonces hay muchas jornadas de Liga por medio. ¿Cristóbal como entrenador puente? Lo que sí parece es que Mel llegará hasta el sábado y ese día tendrá una reválida. Tan injusta como innecesaria.