Riazor despertó con mala cara, la que ofrecían las gradas a la una de la tarde cuando la pelota comenzó a rodar, aunque poco a poco la sonrisa fue apareciendo cuando las localidades se iban poblando una vez comenzado el partido. Jugar a esa hora no ayuda a los equipos, por lo menos al Deportivo, con sede en una ciudad en la que la mayoría de sus habitantes/seguidores están trabajando a esa hora. Eso sí, si el foco de cámara no pilla mucha gente LaLiga pone una multa. Quizá Tebas no se enteró porque estaba ocupado con su "familia", como el mismo dijo a través de las redes sociales, en una manifestación que nada tiene que ver con el fútbol. Mientras, A Coruña tenía que responder a un partido oficial a la hora por él impuesta. Y al final respondió, la gente, porque según los datos oficiales del club cerca de veinte mil blanquiazules arroparon a su equipo en la segunda victoria del curso.

El fin de semana tira a mirar más allá del simple deporte -incluso el fútbol-, pues la atención está en la esquina opuesta a la que ocupa Galicia en la Península Ibérica. Los Riazor Blues quisieron recordarlo con una senyera. Una pequeña bandera que tuvieron que retirar antes de que empezase el partido. Casi nadie se había apercibido de su existencia. Una vez retirada, no hubo problema. Pero los habitantes de General volvieron a recordar que hay más cosas que fútbol y lucieron una pancarta en la que se leía: "Todo o poder para o pobo". Al tiempo, cantaban en favor de la "libertad de expresión". No gustó este gesto a una parte del estadio, que comenzó a silbar. "Riazor solo quiere que los Blues animen", decía un seguidor al final del partido. "Lo que tiene que hacer Riazor es animar y no esperar a que solo lo hagan los Blues", le respondió otro en un bar próximo al estadio. (No hay más preguntas señoría).

La grada estaba tranquila porque el Deportivo mandaba, tenía el balón y no sufría. Guaita evitó que los blanquiazules se adelantasen hasta con tres paradas excepcionales. El Deportivo buscó el partido y la portería contraria al mismo tiempo que mantenía la pelota alejada de su propio marco. Era un alivio, porque la sensación que recorría la espina dorsal cada vez que el adversario se acercaba era paralizante. Eso que en la primera parte apenas dispararon, de hecho el primer remate entre los tres palos fue en la jugada que supuso el gol de los madrileños. Fue el Getafe un equipo muy flojo, que se pudo haber marchado del partido antes del descanso, pero esto es fútbol, un juego en el que los méritos de nada valen. De muestra está una contra del equipo madrileño que cortó Luisinho con contundencia. Recibió una tarjeta amarilla (y gracias) y también el reconocimiento de la grada, que empezó a corear su nombre.

Una parada de Pantilimon, que evitó el posible 0-2, soliviantó a la parroquia blanquiazul, que empezó a creer en la posibilidad de puntuar y llegó el gol de Lucas; entonces, cuestión de deportivismo, ya había creyentes más optimistas. Y fueron recompensados con el gol de Andone. Y ahí llegó lo peor del partido, esos últimos cuatro minutos más el añadido y también el comportamiento del árbitro (ya extrañaba). La grada se conformaba con un punto porque veía que el rival también; sin embargo cuando acarició la posibilidad de verse con los tres ? fueron numerosos los seguidores que no pudieron seguir en su asiento a la espera del final del partido. Alguno se enteró de la victoria en la puerta. Ni podía quedarse, ni podía marcharse. Cuestión de deportivismo? que dicen. Tan necesitados están de cariño los seguidores (victorias/buenos partidos), que ni tan siquiera las caras demostraban que su equipo había ganado. La gente iba seria... "¿No ganó hoy tampoco?" peguntó una mujer a su pareja. "Sí", recibió como respuesta. "Pues menos mal, que con la cara que tenéis todos da la impresión de lo contrario". ¡Eso!