Hasta que llegó el descuento, el Deportivo había transitado por el partido con seguridad y con las ideas claras en todas las líneas. También desde la portería, donde el cuestionado Pantilimon tan solo tuvo que responder hasta entonces a una llegada de Griezmann y a un disparo lejano de Gaitán. Las dos ocasiones, prácticamente las únicas de las que dispuso el Atlético, las solventó con más o menos acierto. No hubo rastro de ese portero dubitativo y prácticamente intrascendente de partidos anteriores.

No lo hubo porque sus compañeros se habían encargado con dedicación y esfuerzo a anular las posibilidades de un Atlético cada vez más alejado de la filosofía que le había logrado imprimir Diego Simeone. El equipo comprometido y corajudo no fue el rojiblanco, sino el blanquiazul. Solidario y entregado, el conjunto de Cristóbal logró que el público se levantara de sus asientos en el descanso para despedirlo con una ovación como hacía tiempo que no se veía en Riazor.

Orgullosa, la grada agradeció el sacrificio de los suyos desde el primero hasta el último. Ocurre sin embargo que el fútbol es ingrato, y para los porteros más. Hasta el descuento, el Deportivo apenas había consentido que el Atlético se desplegara con velocidad. No toleró ni un solo contragolpe y casi siempre se impuso en los duelos individuales y los balones divididos, pero en ese tiempo de prolongación permitió que los rojiblancos llegaran en superioridad al borde del área y concedió una falta peligrosa.

Esa jugada postrera fue el único borrón de un partido ilusionante para el conjunto blanquiazul, de esos que permiten sacar pecho y aumentar la autoestima. Podía haberlo sido también para Pantilimon en el caso de intervenir con decisión en el lanzamiento de falta que terminaría por decidir el partido. Sin Griezmann en el campo después de que Simeone diera por bueno el empate, la responsabilidad parecía que recaería en Gabi. El capitán rojiblanco, sin embargo, cedió la pelota a Thomas para que colocara un disparo duro pero accesible al palo del portero. Pantilimon solo hizo el ademán de estirar el brazo y confirmó el boquete que padece el Deportivo en la portería.