Pocas veces un equipo sale reforzado tras una derrota tan dolorosa y cruel como la que el Deportivo encajó el pasado sábado ante el AtléticoDeportivoAtlético. Sin embargo, eso fue justo lo que le pasó al Dépor en esta ocasión. Acabó tocado por el desenlace final pero al mismo tiempo convencido por primera vez en la temporada de estar, al fin, en el camino correcto. Así lo entendieron no solo Cristóbal Parralo y sus futbolistas, sino también los aficionados blanquiazules, en general muy satisfechos por la intensidad y la valentía para plantar cara y, por momentos, arrinconar al equipo colchonero, uno de los grandes del fútbol europeo pese a que llegaba a Riazoren un momento complicado. Desde el cambio de entrenador el Dépor compite y se lo cree. Empieza a estar seguro de sí mismo, con un plan claro que sabe cómo poner en práctica. No sumó ningún punto ante el Atlético, pero sí muchos motivos para esperanzarse con una reacción duradera que sirva para escalar posiciones y alejarse de la zona de peligro.

Máxima intensidad. La llegada de Cristóbal ha elevado el nivel de agresividad del equipo. Ahora el Dépor no da nunca una pelota por perdida y todos sus jugadores se emplean a fondo en cada disputa. Contra el Atlético, un rival poderoso en el cuerpo a cuerpo, la mayoría de los balones divididos los ganaron los jugadores blanquiazules.

Ayudas constantes. La solidaridad es una de las nuevas señas de identidad de este Dépor. Ante el Atlético todos arrimaron el hombro para echar una mano al compañero más cercano, generando situaciones de superioridad numérica para recuperar el balón rápido y lo más cerca posible de la portería contraria. En esa faceta destacaron especialmente los tres futbolistas que actuaron por dentro en el centro del campo: Guilherme, Celso Borges y Fede Valverde.

Orden para atacar y defender. El equipo coruñés volvió a estar muy junto en la fase defensiva, con la zaga bastante adelantada para dificultar que el Atlético pudiera maniobrar con comodidad. Se compactó con eficacia cada vez que los rojiblancos pisaron campo contrario, pero sin renunciar a apretar arriba cuando tuvo oportunidad de hacerlo, tanto a los centrales como al portero Jan Oblak.

Equilibrio posicional y numérico. En general, los jugadores blanquiazules están ahora mejor colocados sobre el terreno de juego y ocupan con eficacia los espacios. La consecuencia es una mayor facilidad para recuperar pronto el balón tras pérdida. Un ejemplo de ese equilibrio es la nueva situación de los dos laterales, tanto Juanfran como Luisinho. Ahora miden mucho más cuándo deben incorporarse al ataque. Si uno lo hace, el de la otra banda tiene claro que debe mantener su posición para no dejar desprotegida la defensa.

Mucha amplitud. Contra el Atlético el conjunto coruñés trató de ensanchar el campo, igual que en el triunfo del lunes pasado en el campo de la Unión Deportiva Las Palmas. Volvieron a aparecer mucho Bakkali y Cartabia, el argentino con bastante más acierto para optar por la mejor solución en cada momento. Ambos son extremos desequilibrantes y, cuando reciben la pelota, por lo menos da la sensación de que puede pasar algo positivo para el equipo.

Individualidades que florecen. El crecimiento colectivo y el individual van de la mano. Hay futbolistas que han dado un paso al frente desde el cambio de entrenador. Por ejemplo, Fede Valverde, mucho más cómodo desde que juega en su sitio natural, centrado y no escorado a la banda. Cartabia, el mejor contra el Atlético, se ha convertido en el futbolista más desequilibrante del Dépor a día de hoy.

Muchas llegadas, pocas ocasiones. El dominio blanquiazul en la primera parte generó muchas llegadas al área rojiblanca, que no estuvieron acompañadas de ocasiones claras de gol. De los catorce remates a portería que conectó el Deportivo durante todo el encuentro del pasado sábado, solo uno fue entre los tres palos.

La afición agradece el esfuerzo. El público de Riazor agradeció el despliegue de su equipo con sendas ovaciones cerradas, tanto a la conclusión de la primera parte como a la finalización del encuentro ante el Atlético. Pese a la derrota, la afición entendió que el Dépor había hecho todo lo posible por sacar el partido adelante. Es lo mínimo que se le puede pedir al equipo, que lo dé todo y se vacíe en el campo.