Cristóbal Parralo es el sexto entrenador del Deportivo en los cerca de cuatro años de Constantino Fernández como presidente del Deportivo, el hombre en el que el club depositó la confianza que antes había puesto en Víctor Fernández, Víctor Sánchez del Amo, Gaizka Garitano y Pepe Mel, que son los entrenadores que fichó el actual consejo de administración. Antes se había estrenado en el cargo con Fernando Vázquez como máximo responsable del banquillo de Riazor. El de Castrofeito había llegado el curso anterior para intentar lograr una permanencia que no obtuvo, pero acabó su trabajo en el club blanquiazul devolviendo al equipo a la máxima categoría. Antes, otros 59 técnicos habían dirigido al cuadro coruñés desde que se instauró la competición de Liga en España, en la temporada 1939-40. La nómina es mucho más amplia, habida cuenta que la actividad del club se inició en 1906, hace 111 años.

Desde 1970, año de referencia con el equipo todavía en la elite, fueron 35 los propietarios del banquillo blanquiazul hasta la fecha. Arsenio Iglesias, con catorce temporadas repartidas en cuatro etapas, es el técnico que más campañas dirigió al cuadro blanquiazul. Le sigue Javier Irureta con siete campañas ininterrumpidas, lo que convierten al de Irún en el entrenador que más tiempo seguido permaneció en el cargo (1998-2005). Una estabilidad que antes solo había tenido Arsenio, que siempre culminó su trabajo para acabar cediendo el puesto a otro compañero, excepto en 1995 cuando tras conquistar la Copa del Rey contra el Valencia -primer título oficial del Deportivo- se marchó por la puerta de atrás porque John Toshack le sustituiría en el curso siguiente.

El de Arteixo accedió al primer equipo en el curso 1970-71 para suplir a un Roque Olsen que había sido despedido. Su debut se produjo el 3 de enero de 1971 en Riazor contra el Racing de Ferrol (2-2). La directiva que presidía entonces Antonio González había decidido destituir a Olsen tras la jornada 17ª con el equipo en el cuarto puesto y empatado a puntos con el tercero, Rayo Vallecano. El Deportivo consiguió el ascenso tras imponerse en Riazor al Rayo en la última jornada, en el partido del famoso gol de Beci. Arsenio permaneció en el cargo dos temporadas más hasta que al finalizar la 1972-73 decidió alejarse de A Coruña, con el equipo de nuevo en Segunda División, para iniciar su etapa exitosa en el Hércules de Alicante. Al cuadro alicantino lo ascendió y lo mantuvo tres años en la máxima categoría. Diez años después regresó, llamado por Jesús Corzo para iniciar una segunda etapa sin los éxitos esperados.

Recuerda Beci que en aquella época de finales de los sesenta y principios de los setenta el Deportivo "tenía mucho potencial para estar en Segunda, pero para Primera andábamos un poco justos, por eso siempre ascendíamos al año de descender y sufríamos para mantener la categoría cuando estábamos arriba (Primera División)". Era un equipo con numerosos coruñeses en la alineación titular y también en la plantilla. "Casi todos salidos del fútbol modesto", rememora el antiguo goleador blanquiazul y posterior secretario técnico del club, que procedía del Orzán. "El equipo no acababa de asentarse y por eso había tantos cambios en el banquillo", asegura. Tras la marcha de Arsenio, con el equipo recién descendido a Segunda, empieza la particular longa noite de pedra del club coruñés. En dos años pasó de Primera a Tercera División, con dos descensos consecutivos. Regresó pronto a Segunda, pero caería de nuevo a una categoría inferior en la campaña 1979-80, la recién creada Segunda B.

Catorce entrenadores pasaron por Riazor entre la temporada 1973-74 y 1979-80, siete temporadas en las que solo José Antonio Irulegui cumplió una campaña entera, 1974-75, cuando el Deportivo se proclamó campeón del Grupo I de Tercera División, en lucha con el Ensidesa de Avilés, y regresó a Segunda. Había llegado el año anterior, pero no pudo evitar el descenso. Odriozola, Fernando Riera y Carlos Torres le había precedido, aunque en el caso del coruñés era un recurso provisional, papel que en esa época asumían técnicos como Cheché Martín -entonces director deportivo-, y José Manuel Sertucha, entrenador de las categorías inferiores. Un rol que posteriormente acabaría desarrollando también Luis Rodríguez Vaz. Cuatro entrenadores consumió la directiva de Antonio Álvarez en un solo curso, uno menos que en la campaña 1975-76, en la que llegaron a sentar en el banquillo hasta cinco técnicos, tres de ellos interinos, como fue el caso de Martín, Sertucha y José López, entonces máximo responsable del Fabril. Hasta quince técnicos dirigieron en algún momento al Deportivo durante el mandato de Álvarez desde 1973-74 a 1981-82.

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El de Riazor, un banquillo que quema

Llegó a contratar a Luis Suárez como recurso de urgencia en la temporada 1978-79 para evitar un descenso del que los blanquiazules se libraron en una temporada que inició Enrique Mateos. Fueron varios los jóvenes del fútbol modesto coruñés que le ofrecieron al exmadridista, pero el carnet de identidad era un requisito importante para formar parte de sus alineaciones. Solo le servían los veteranos. En noviembre acabó su experiencia como deportivista y Sertucha ocupó su lugar hasta la llegada de Suárez Miramontes. El Balón de Oro español, posteriormente seleccionador, había puesto una serie de condiciones a los directivos para continuar, pero Antonio Álvarez no aceptó y Luis Suárez decidió no iniciar una nueva temporada. Llegó García-Verdugo, al que sustituyó Joseíto y el Deportivo sufrió un nuevo descenso, esta vez a Segunda B.

Tocó el ascenso en compañía del Celta tras una exitosa campaña de José Martínez, un exportero del Sabadell que se trajo a varios futbolistas del equipo arlequinado. Inició el curso siguiente en Segunda, pero duró poco. Su obcecación por los futbolistas que él traía, en detrimento de los de casa y los malos resultados lo sentenciaron. "En los entrenamientos hablaba catalán con los de su tierra y a nosotros nos ignoraba", recuerda un excompañero de José Luis Vara en el Fabril en una época en el que el 10 ya era vital en el cuadro deportivista. El despido de Martínez permitió el ascenso de Luis Rodríguez Vaz al primer equipo, al que mantuvo con holgura. Volvió al Fabril, pero en el primer equipo dejó a Vicente Celeiro y a Jaime Agulló. Empieza la segunda etapa de Arsenio.

El de Arteixo duró tres años en los que se le negó el regreso a Primera División. Primero en el año de su vuelta, cuando en el último partido le bastaba un empate ante el Rayo Vallecano, pero los madrileños se llevaron el triunfo (1-2) y facilitaron el ascenso el Mallorca. Continuó dos temporadas más, pero optó por la retirada al finalizar el curso 84-85. Le abrió la puerta a Chuchi Aranguren, que también estuvo rozando el ascenso, pero se quedó a las puertas. Fue el año del penalti inventado por Villena Peña en el Carlos Tartiere de Oviedo. Ni Aranguren, como tampoco Eusebio Ríos al año siguiente (1986-87) lograron el ansiado ascenso. Y ahí empieza otra época.

La temporada 87-88 empieza con Ríos al frente del equipo y con Andrés García Yáñez en la presidencia; y concluyó con Arsenio como entrenador y Julio Meana al frente de la directiva. En medio, Luis Vaz había vuelto a ser llamado de urgencia, su legado esa vez fueron José Ramón y Fran. El despido de Eusebio Ríos provocó también la dimisión de García Yáñez, al que sustituyó brevemente Carlos Morato, antecesor de Meana. El curso acabó con el gol de Vicente contra el Racing de Santander que supuso la permanencia en Segunda y la convocatoria de elecciones. Se inicia la era de Augusto César Lendoiro.

Arsenio era la piedra angular en la que se basaba el proyecto del nuevo presidente y ascendió. Se volvió a apartar, pero solo unos meses porque el despido de Marco Antonio Boronat, contratado para dirigir al equipo en su regreso a Primera, obligó al regreso del de Arteixo. Aguantó hasta junio de 1995 cuando tras ganar la Copa del Rey contra el Valencia (2-1) se marchó de Riazor en pleno festejo. Ya tenía relevo, Toshack. O no lo sabía o no le gustó. Javier Irureta, tres años después, fue el que se mantuvo más tiempo seguido y el de los títulos; también Lotina permaneció cuatro años. Salvo estos dos, ningún otro entrenador tuvo continuidad o logró asentarse en un banquillo que parece que quema y por el que pasaron 35 técnicos desde 1970, alguno en diversas etapas, seis de ellos en los últimos cuatro años.