La defensa del Deportivo parecía jugar unida por una cuerda, con movimientos sincronizados y le bastaba dar un paso al frente para desnudar al ataque del Sevilla, cuyos futbolistas caían reiteradamente en fuera de juego. Hasta cuatro se pudieron contar en la primera parte, pero siempre aparece ese momento en el equipo coruñés en el que una pieza del engranaje parece salirse del sistema, ayer fue Fabian Schär. El central suizo se quedó en la jugada del primer gol andaluz mientras que sus compañeros habían decidido dar ese paso para dejar a los adversarios en posición adelantada. Ben Yedder aprovechó la circunstancia para recibir en solitario en anotar el primer gol del partido con el tiempo de la primera mitad ya cumplido. De nuevo un error individual facilita un tanto del adversario. Después llegó el segundo fallo personal, en este caso de Rubén, para que los locales cerrasen el encuentro.

Funcionaba la retaguardia cual acordeón para desesperación de los delanteros hispalenses y también de los centrocampistas que siempre daban el último pase un segundo más tarde. No corría peligro el Deportivo con los balones interiores, tampoco con las llegadas por la banda, ya que cualquier envío al área era controlado por los zagueros o, en su defecto, por Rubén. Controlado en defensa, el Sevilla sufría con las llegadas de los blanquiazules, que tuvo oportunidades más claras que los andaluces en la primera mitad. Asunto aparte está el penalti cometido sobre Schär a los tres minutos de juego. Sin embargo, llegó la acción del primer tanto, que nace en un saque de banda y que deja descolocada a la zaga deportivista, tanto que el delantero francés recibe de Nolito para fusilar a Rubén. Tocaba remar contracorriente otro partido más.

Pero el Deportivo ya no fue capaz de mantener el tipo y el partido parecía decantado del lado sevillista. Apostó Cristóbal por Andone, en lugar de Celso Borges, un cambio arriesgado que no dio resultado, por cuanto el rumano no aportó nada en ataque -su función-, ni tan siquiera arropó a Lucas. Quizás porque ninguno de los dos recibió los balones adecuados para intentar sorprender a Soria, el portero sevillista. Después entraron Çolak y Carles Gil, pero el partido estaba decidido justo mientras el turco esperaba para entrar al terreno de juego. El Deportivo de la primera parte nada tenía que ver con el de la segunda. Había recibido tres golpes, el penalti a Schär, la agresión de Banega a Schär y el gol de Ben Yedder, que no encajó.