Que el Deportivo pierda ante los blaugranas entra dentro de lo posible; nadie discute hoy la enorme diferencia existente entre las dos plantillas.

Pero hay formas de perder, ganar o empatar. En fútbol todo es posible, incluso admisible, excepto no competir.

Para que la presión alta funcione ante el Barcelona, los jugadores deben estar muy coordinados, tanto en la presencia como en la interceptación o robo del balón.

Esto es lo que parece que el Deportivo pretendía como argumento defensivo inicial: presionar la salida para provocar que los futbolistas locales encargados de esa labor tuvieran que buscar un juego más directo en su inicio.

Este planteamiento requiere, además, que las líneas no se distancien y mantener unas coberturas defensivas por si el rival supera esa primera presión, con el fin de cortar esa transición si es preciso, incluso con falta. Esto debe ir acompañado de un repliegue rápido.

Un esfuerzo físico importante que ante un equipo como el Barcelona no permite la más mínima desconexión. Estar en acción, y no en reacción.

Por ahí empezó a perderse el Deportivo. Al no conseguir modificar el inicio del juego habitual en el Barcelona, se veía superado con demasiada facilidad por el carril central, por donde se cocina la finalización del juego ofensivo de los catalanes.

Messi recibía balones delante de los centrales con demasiada simpleza, y maniobraba con casi insultante facilidad incluso dentro del área. Tanto efectuaba aperturas a las apariciones de los laterales como buscaba a Luis Suárez combinando o finalizando dentro del área pequeña.

Demasiadas facilidades.

Ni merece la pena hacer un relato del partido, en el que el Deportivo fue poco menos que un muñeco en manos de un ventrílocuo, que lo movía y hacía hablar a su antojo.

Si partido se escribe con P, este de ayer en el Camp Nou hizo inagotable la presencia de dicha letra del alfabeto español.

Con la del ya reconocido Poderío del equipo blaugrana.

Con la de la Penosa imagen mostrada por el Deportivo.

Con la de los Palos que evitaron una derrota de escándalo.

Con la de Portero, porque Rubén contribuyó con notables intervenciones, a que los guarismos de este Partido no mostraran mayor distancia en el marcador.

Con la de Perdonar, algo en lo que Messi ha sido generoso a la hora de la finalización.

Con la de lo Prioritario que debe ser defender, para cualquier defensa central. Por encima de que otra de sus virtudes sea la buena salida de balón.

Con la de Problemas, por el lugar que ocupa el equipo en la clasificación, y los que de seguir jugando así, nos trae el calendario inmediato.