El recuerdo de Lucas es ahora mismo un aliado y un enemigo. Muchos deportivistas, alimentados por sus prestaciones de hace dos años y por su elección romántica de este verano, siguen esperando con paciencia una versión muy cercana a aquella tan excelsa. Mezcla de confianza y gratitud. Otros, martilleados por las imágenes recurrentes de aquel futbolista imparable de 2015, empiezan a frustrarse. Nada parece valer, nada que no se acerque a aquello, nada que no justifique la inversión y la hipoteca de tiempo y dinero en la planificación deportiva. Las urgencias en la tabla y la sensación de equipo inconsistente tampoco ayudan. Frustración al cuadrado. Es cierto que no es aquel nueve reconvertido por Víctor Sánchez del Amo que coqueteó con la selección y al que aún alimentan aquellos meses mágicos para no rendirse en el sueño por estar en Rusia 2018. Está lejos de serlo y de ir. Pero es un jugador referencial para este Dépor, sin duda la mejor opción arriba ante un Florin Andone con la mente más fuera que dentro. Es el momento de olvidar el pasado y vivir el presente, de pensar en lo que puede dar, de bajar a la tierra.

Hace dos años Lucas vivió uno de los momentos cumbres de su carrera. Puede que no sea el más importante aquel gol en el derbi, aunque en el termómetro de las emociones pocos le podrán ganar. Quizás la salvación en el Camp Nou le hace frente. Ese día fue el motor futbolístico y, sobre todo, el corazón de un equipo rotundo, seguro, que sabía lo que hacía, en crecimiento. Solo empujó un balón a la red en un rechace. Una acción mecánica, funcionarial, que significaba mucho para la grada, para él e incluso para la historia de los Dépor-Celta. Hacía 40 años que un futbolista de la ciudad no marcaba en Riazor en un clásico gallego. Cayó aquella barrera, como otras muchas en aquellos meses para un futbolista demoledor, que ridiculizaba a los defensas semana a semana. Es posible que ya nada vuelva a ser lo mismo. Aun así, hay mucho terreno que recuperar y no hay mejor momento para empezar a avanzar. Día encrucijada. El derbi llama a Lucas, el blanquiazul que más lo sentirá sobre el césped.

El 7 duda, el Dépor no se encuentra. Por diferentes motivos trazan trayectorias paralelas. Donde antes aparecía una flecha que era el terror de los defensas, que tomaba todo por asalto, ahora surge un futbolista que se lo piensa, que rumia la jugada y al que le cuesta imponerse, con balón y con espacios. Juega en su contra que el equipo de Cristóbal pretende llevar la iniciativa. Nunca ha sido menor su capacidad asociativa, también es innegable que cabalgando a campo abierto es como más ha lucido en sus picos de fútbol. Por momentos se esbozó aquel ecosistema en el Camp Nou, hasta estuvo a punto de plantarse ante Ter Stegen en un fuera de juego que no era tras un gran desmarque. Debe adaptarse el coruñés al modelo Cristóbal y el equipo, ajustarse para exprimir sus virtudes.

El Dépor volvió a su versión insulsa el domingo. El reto catalán exigía dar un paso al frente en cuanto actitud y aptitudes defensivas, redoblar las vigilancias, ir todos a una en la presión y en las ayudas y estar convencido con la pelota en los pies. Nada de nada. Iniesta y Messi camparon a sus anchas ante una fórmula del técnico que buscaba reafirmar la idea, el grupo, más allá de conseguir una cosecha de puntos inmediata. Si el equipo estuviese más desahogado en la clasificación, quizás recurriría a algún futbolista de otro perfil, a reforzar la media. La guerra del Dépor es a medio y largo plazo y debe sacrificar alguna batalla. Apuesta entendible, el tiempo la juzgará.

Aspasistema

El Dépor y el Celta van a querer la pelota en el derbi, sufren sin ella. Dos conjuntos calcados. El que la pierda va a perseguir sombras, a sentirse incómodo. Pocos análisis tan simples y claros. A pesar de que está a tiro coruñés en la tabla, a día de hoy el equipo vigués es más reconocible, está mas hecho, siempre agarrado a Iago Aspas. Vuelve al escenario de su último desplante, ese que alcahuetean con análisis condescendientes de su comportamiento en estas citas. Más allá de no compartir sus formas, es justo decir que es un futbolista superlativo en estos momentos. Sus compañeros lo echaron de menos ante el Villarreal. Crea peligro y da sentido a todo. Será la gran amenaza y el tendón de Aquiles de los celestes. Desactivarlo será el primer paso para ganar y pasar una Navidad más que feliz. Por vencer y, sobre todo, por respirar en la tabla.