El sábado por la noche en Riazor, Carles Gil no solo se reencontrará con el equipo que le abrió las puertas del profesionalismo después de pasar por todas las categorías de su fútbol base. El componente emocional estaba garantizado de antemano para alguien que se acostumbró a acudir a Mestalla de la mano de su padre, pero resulta que su hermano pequeño también se ha hecho un hueco en el fútbol. "Me enfrento al equipo de toda mi vida, de mi ciudad, donde he pasado muchos años de mi carrera, sobre todo de pequeño, y además este año está ahí mi hermano, entonces doblemente especial", resumió ayer tras el entrenamiento en la ciudad deportiva de Abegondo.

Su hermano es Nacho, tres años menor, y que esta temporada ha asomado la cabeza en la primera plantilla valencianista con el visto bueno de Marcelino. Las oportunidades todavía las tiene algo racionadas por la tremenda competencia que representan Guedes y Carlos Soler en los costados, pero las circunstancias podrían conducir a que los Gil se enfrenten sobre el césped de Riazor. "Es un partido especial", insistió ayer Carles; "va a ser raro si coincide que nos podamos encontrar en el campo, va a ser una sensación rara".

El partido ya ha provocado un pequeño cisma familiar que la precaria situación deportivista parece haber solucionado en favor de Carles. "Lo que está claro es que nosotros estamos más necesitados y que van conmigo, con el Dépor", resolvió ayer el futbolista blanquiazul sobre la quién tendrá el apoyo de sus padres. "Por lo menos eso me han dicho, igual a él le han dicho lo mismo", bromeó.

Las urgencias deportivistas le han garantizado a Carles la simpatía familiar y también es él quien tiene mayor respaldo y protagonismo dentro de su equipo. Desde que se recuperó de su lesión en el pubis ha encadenado titularidades hasta convertirse en uno de los jugadores más importantes para Cristóbal Parralo. Su hermano todavía busca hacerse un hueco en la competitiva plantilla del Valencia y trata de aprovechar al máximo las oportunidades que le concede Marcelino. La última fue el martes en el partido de vuelta de los octavos de final de Copa ante Las Palmas, donde dejó muestras de unas cualidades que lo diferencian de su hermano mayor.

Donde en Carles puede verse a un jugador de banda capaz de asociarse, con tendencia a ocupar los espacios de un mediapunta, en su hermano todo remite a un extremo clásico. Rápido, habilidoso y desequilibrante, sus características no le han garantizado todavía un puesto fijo en los planes de Marcelino. La competencia es feroz en el conjunto valencianista para esas posiciones y en los costados se ha encontrado con Guedes y Carlos Soler, ambos imprescindibles en los planes del técnico asturiano.

Hasta la fecha tan solo ha sido titular en un partido de Liga, ante el Eibar en un compromiso que se le escapó a los valencianistas, y donde ha encontrado más oportunidades ha sido en la Copa del Rey. Ha tenido minutos desde el banquillo y probablemente desde allí busque una oportunidad el sábado en Riazor para enfrentarse a su hermano.

El reencuentro sería el colofón para un Carles que no oculta lo emotivo de volver a enfrentarse al equipo en el que se formó y del que partió al Aston Villa para buscar más oportunidades. "He nacido siendo un aficionado del Valencia, yendo al campo con mi padre y con mi hermano. Desde los cinco hasta los 21, que creo que me fui, son muchos años, muchas emociones y muchas experiencias. Me lo han dado todo, me han visto crecer y siempre les tendré mucho cariño", recordó ayer en la ciudad deportiva de Abegondo.