Comentar cada partido del Deportivo se hace difícil, por monótono. Buscar argumentos nuevos es una tarea que, al menos a uno, se la hace casi imposible, y la reiteración lleva al aburrimiento. Buscar excusas o culpables ahora mismo no es lo más conveniente.

Sería sencillo relatar los momentos puntuales más destacados, datos relativos a las estadísticas, alineaciones, cambios, etcétera, de cada equipo. Esto sería lo que podría hacer sentir que algo diferente ocurrió en un partido del Deportivo con respecto a otro anterior.

Sin embargo en lo esencial, en el planteamiento, en el desarrollo del juego, en el comportamiento del equipo en los aspectos defensivo y ofensivo, en las sensaciones que transmite...; por lo visto el sábado, todo permanece igual que desde que se cambió la dirección técnica de la plantilla. Incluso algunos aspectos negativos parecen estar tan enquistados que lamentablemente se imponen a un intento de transformación y mejoría evidente.

Ya limitándonos a la trama del partido que cerraba la primera vuelta. El Deportivo le plantó cara al Valencia desde el pitido inicial, lo que no es poco teniendo en cuenta la temporada que está llevando a cabo el equipo de la ciudad del Turia; llevaba la iniciativa del juego y aunque el equipo ché respondía con cierto peligro para la portería de Rubén, era el Dépor quien dejaba la muesca de gol más clara con un remate al larguero.

Así hasta el ecuador de la primera parte del partido, en que un grosero error de Rubén, que minutos antes había tenido una intervención de mérito ante un disparo de Guedes, el mejor valencianista sobre el terreno de juego, permite que los visitantes se adelanten en el marcador.

Segundo acto del partido y nuevo exabrupto infantil, seguido de la dosis de infortunio en la finalización, que deja un balón a los pies de Rodrigo y que sitúa el 0-2 en el marcador con menos de media hora por delante.

El Dépor, lejos de venirse abajo, no le pierde la cara al partido. La tarea es difícil, pero no imposible. El tiempo es nuestro peor enemigo, y se agota. Sobreviene el gol de Andone, poco después el remate fallido de Adrián que podría suponer la suma de un punto importante; aunque mirando el resto del camino más allá del de este partido no parezca suficiente Final del partido, al lado del abismo del descenso.

Nada definitivo, cierto, pero el tiempo que tuvimos ya no vuelve, y el que tenemos se agota.

Si queremos agarrarnos a que el juego del Dépor traslada sensaciones positivas, hagámoslo también a las realidades negativas. No sería aconsejable escudarnos ahora en acciones individuales, en lo que pudo ser y no fue.

El Dépor no puede alimentar su futuro en base a que en el límite de un partido dejemos escapar una oportunidad de gol, porque hubo 90 minutos anteriores... y meses, para hacerlo mejor probablemente de lo que se ha hecho.

A mí también me queda la sensación de que el tiempo transcurrido ha sido tiempo perdido, y que el que está por venir, no nos va a ser suficiente. Aunque claro, cada uno es libre de convertir este déjá vu, a su antojo o interés.

Tiempo habrá, eso sí, de análisis más profundos buscando las verdaderas razones de este Deportivo. No olvidemos mientras tanto que son los profesionales, quienes tienen que someterse al examen y juicio cada jornada. Pero conviene no olvidar tampoco que ellos son parte del diseño y no los diseñadores del actual Real Club Deportivo de La Coruña.