Sin haber despedido enero todavía, el Deportivo ya se ha entregado a los partidos sin vuelta de hoja para salvar la temporada. Cada año, a pesar de los esfuerzos del club, el equipo adelanta un poco más en el calendario los deberes. Iniciada la segunda vuelta del campeonato, con tan solo 16 puntos y en puestos de descenso, al equipo de Cristóbal le aguarda un camino hacia la permanencia plagado de compromisos decisivos, sin apenas margen para el error después de una primera mitad del campeonato muy por debajo de las expectativas fijadas en el mes de agosto. El primero será el sábado contra el Levante, dos puntos por encima de los deportivistas en la clasificación. Pero incluso ganando ese encuentro, al conjunto blanquiazul le esperan meses de equilibrios sobre el alambre para enderezar una trayectoria que el domingo en el Bernabéu acabó de torcerse por completo. Una derrota entraba dentro de los pronósticos ante un Madrid "herido", como lo definió Cristóbal. Lo que no contemplaba el técnico deportivista era una avería como la que se trajo el equipo de Chamartín, zarandeado por los blancos sin oponer más resistencia que la de los primeros treinta minutos. La imagen que dejaron los jugadores durante el encuentro fue de impotencia y resignación mientras se igualan registros negativos de hace décadas.

Agujero defensivo. Cristóbal había aleccionado a sus jugadores durante la semana para que evitaran acular demasiado sobre la portería de Rubén. El equipo resistió la tentación de resguardarse en el área hasta que el Madrid le puso una marcha al partido y empezó a multiplicar las superioridades en los costados. En cuanto Marcelo y Carvajal se compincharon con Bale y Ronaldo, los deportivistas no supieron ajustarse mediante las ayudas necesarias para frenar el empuje de los blancos. El primer tiempo ya anticipó la que se le vendría encima a los blanquiazules a pesar de que se marcharon al vestuario tan solo un gol por debajo en el marcador. Los dos primeros tantos del Madrid, sin embargo, avanzaron los desajustes de una defensa superada. Luisinho deambuló por el área en el primero de Nacho, incapaz de estorbar en la pared del central con Marcelo, y le dio metros a Bale en el segundo después de una salida de balón deficiente de Mosquera con el equipo completamente descolocado.

Números rojos. El equipo recibiría otros cinco tantos en la segunda mitad que lo convierten en el segundo más goleado de la categoría en dura pugna con Las Palmas. Los deportivistas han recibido 44 en 20 jornadas y para encontrar una cifra semejante hay que remontarse seis décadas, hasta la temporada 1956-57. Esos problemas atrás fueron diagnosticados por Cristóbal nada más aterrizar en el banquillo. Tres meses después todavía no ha sido capaz de solucionarlos y constituyen uno de los principales males del equipo. En la llegada de Koval y de Bóveda, un lateral de corte más defensivo, se vislumbra una intención de corregir una sangría goleadora que guarda relación directa con la ausencia de puntos.

Inconsistencia. Poco le duró al Deportivo en el Bernabéu su digna puesta en escena y probablemente en lograr que esa propuesta tenga más continuidad a lo largo de los partidos se encuentra el remedio a las miserias que atraviesa el conjunto blanquiazul.