Era el día, el del punto de inflexión, el de la victoria imprescindible ante un rival directo, y acabó convirtiéndose en otro hundimiento para el Deportivo. Esta vez en la orilla, después de remar con uno menos durante mucho tiempo, demasiado para que las fuerzas no acabaran flaqueando. La expulsión de Celso Borges en el 33 condicionó el encuentro, sobre todo en una segunda parte en la que el Dépor se fue achicando cada vez más hasta terminar prácticamente colgado del larguero. Renunció a defender con la pelota y lo acabó pagando con el doblete de Ivi en la recta final. Flojo el Levante, con muchas llegadas pero pocas ocasiones claras hasta esos dos zarpazos aislados que lo mantienen a flote, fuera del descenso a costa de un Deportivo al que esta vez no se le puede reprochar el esfuerzo. Hasta el 80 tuvo en su mano los tres puntos. Acabó con uno y casi pidiendo la hora. Dura realidad.

No mereció irse al descanso con dos goles de ventaja. Ni siquiera con uno. Empezó con mucha ansiedad, presionado por la obligación de tener que sacar el partido adelante como fuera. Era una auténtica final y pesó sobre las botas de los blanquiazules, que arrancaron el encuentro mucho peor que otras muchas veces en Riazor. Fue el Levante el que llevó la iniciativa ante un Dépor sin capacidad para dar sentido al juego desde atrás. No jugó a nada. Ni al pie, ni al espacio.

Guilherme no fue capaz de dar fluidez pese a su insistencia en bajar a recibir el balón, prácticamente incrustándose entre los dos centrales. Mejor atacó el equipo granota, sin hacer nada del otro mundo pero con la suficiente decisión como para generar algunas llegadas peligrosas, las más claras culminadas por Campaña con un par de remates. Un panorama aterrador que hizo que pronto afloraran las dudas y ese lógico runrún en las gradas.

Cuando peor estaba el Deportivo, incapaz de dar más de tres pases seguidos, el partido dio un giro con el gol de Adrián, a la salida de una falta lateral bien lanzada por Lucas (m.19). Un guión perfecto que pronto empezó a torcerse con la lesión de SidneiSidnei. Sin centrales en el banquillo, Cristóbal echó mano del recién llegado Bóveda para formar junto a Schär en el eje de la zaga. El siguiente golpe, aún más duro, fue la expulsión de Borges. Arriesgó demasiado y se fue a la calle dejando al equipo con uno menos en el 33.

Cristóbal no esperó al descanso para recomponer el equipo y pronto dio entrada Valverde para reequilibrar el centro del campo. El sacrificado esta vez fue Lucas Pérez, y no Carles Gil, asistente de Andone en el 2-0. Gran pase al espacio y mejor definición del rumano, que amplió la ventaja justo antes del intermedio.

López Muñiz se la jugó tras la reanudación con un doble cambio. Entraron Boateng y Roger en busca de más pegada con la que aspirar a la remontada. El Levante vivió casi permanentemente en campo contrario, pero le faltó profundidad y último pase para hacer daño de verdad. Recurrió a los centros laterales, ese tipo de envíos que tanto le cuesta defender al Deportivo. Muchos de esos balones los ganó por alto Boateng, sin la claridad suficiente como para rematar. Solo conectó un testarazo con verdadero peligro. Fue en el 70, poco después de que el coruñés Jason terminara con un disparo alto una de las muchas aproximaciones granotas.

El Dépor resistía defendiendo con uñas y dientes. El primero, Andone, que se peleó él solo con todos por delante de las dos líneas de cuatro que dispuso Cristóbal. El reloj corría despacio para el equipo coruñés. Cada minuto, un paso más atrás a la hora de defender. Al Deportivo no le duraba nada el balón. Lo necesitaba para recuperar el aliento y frenar el continuo acoso del rival, pero prácticamente renunció a manejar la pelota. No ayudaron las imprecisiones de Valverde, empeñado en jugar siempre hacia adelante, sin esa pausa imprescindible para madurar el encuentro y calmar el ímpetu del adversario. Rubén sacó siempre en largo, dando pie al Levante a continuos ataques en busca de un gol con el que meterse de nuevo en el partido.

El Dépor, cada vez más atrás, seguía agarrado al resultado a falta de un cuarto de hora para el final, justo cuando Cristóbal decidió agotar los cambios. Con Navarro tenía la posibilidad de cambiar de sistema y pasar a una defensa de cinco, pero mantuvo el dibujo y apostó por el doble lateral, con Luisinho por delante del catalán. A diez minutos del final Ivi recortó distancias con un disparo cruzado que se envenenó al golpear en el cuerpo de Schär. Más mérito tuvo el madrileño en el segundo, que firmó con un lanzamiento ajustado desde fuera del área (m.84). Con el 2-2 el Levante quiso más, aunque pudo ganar cualquiera. Boateng acarició el tercero, igual que Adrián a la salida de un córner. Al final, empate con sabor a derrota para el Dépor.