Ojalá me equivoque. Con los resultados obtenidos por el Deportivo en los últimos partidos, el equipo se ha metido en una dinámica muy peligrosa de la cual va a ser difícil salir, que es la del descenso o la de salvarse en el último partido, como ha ocurrido en temporadas anteriores. Ya digo, espero equivocarme.

Para empezar, no se le ha dado la trascendencia debida a la pretemporada y, sobre todo, a la confección de una plantilla competitiva y más corta, en vez de una plantilla larga y mediocre, como la actual. El filial, además, no tiene la suficiente categoría para echar una mano al primer equipo en Primera División.

También se ha llegado a esta situación, entre otras muchas razones, porque las bandas siguen siendo tremendamente vulnerables, y el sistema de juego que se emplea hace que la defensa del equipo se resquebraje. La falta de efectividad, la nula predisposición para el tiro a media distancia y la nula eficacia en la estrategia siguen siendo determinantes. Falta ese jugador que canalice el juego del equipo en el centro del campo.

Los equipos de la parte baja de la clasificación deben reiterar mucho el trabajo práctico de la táctica para que se vea reflejado en el terreno. Se han cometido errores graves en momentos puntuales de los partidos que le han costado muchos puntos al Deportivo que, de haberlos sumado, le habrían permitido estar en la zona templada de la clasificación. Son errores que no se pueden cometer en Primera División, que las categorías están para algo. Rivales con muy poco nos hacen ocasiones y goles, y eso no puede ser.

Con respecto a los planteamientos, me pareció rácano el presentado frente al Villarreal, que tenía nueve bajas, y fue suicida el que se usó en el Santiago Bernabéu, ya que en esta situación delicada los goles encajados pueden ser transcendentales al final de la Liga.

En cuanto a la plantilla, creo que se ha enfocado y planificado mucho trabajo en torno a la figura Lucas Pérez, y han pasado más de cinco meses y este jugador no ha solucionada nada, lo que demuestra que nadie, nadie, es imprescindible.

Otro aspecto preocupante. No hay en el equipo un líder, ni dentro ni fuera del vestuario. Cuando se reciben siete goles en el Bernabéu, me parece lamentable que el jugador que dé la cara sea un chaval que acababa de debutar. ¿Es que los demás no tenían ganas de hablar? ¿Si el Dépor hubiera empatado, también habría salido a hablar One? Con esto me pregunto: ¿hay en la plantilla un líder con carácter que dé un golpe en la mesa cuando las cosas están mal?

Hay que romper esta dinámica ya. Y para empezar a romperla no podemos fallar frente a nuestros rivales directos, si no estamos en Segunda mucho antes de que acabe la competición. Al mismo tiempo hay que cambiar sensaciones, que en estos momentos siguen siendo negativas y pesimistas.