Cristóbal Parralo (Priego de Córdoba, 1967) aterrizó en el banquillo de la primera plantilla deportivista avalado por su trabajo en el filial y por una prolífica carrera como jugador. Al consejo de administración le importó bien poco que el salto desde el Fabril representase su primera experiencia en la elite como entrenador y lo escogió como relevo de Pepe Mel después de un inicio de campeonato titubeante y alejado de las expectativas que había marcado el club. Tres meses después y tras trece partidos, el equipo está en la situación más delicada de las últimas temporadas.

Los resultados han terminado yevándose por delante al técnico, que ayer fue destituido con un balance de dos victorias, tres empates y ocho derrotas. El saldo es insuficiente y deja al conjunto blanquiazul en puestos de descenso, a tres de la salvación y sumido en una crisis deportiva sin precedentes desde la llegada a la presidencia de Tino Fernández.

Sin director deportivo tras la salida de Richard Barral a comienzos de año y sin consejero encargado de la parcela deportiva después de que Fernando Vidal decidiera abandonar la entidad, Cristóbal quedó como la cabeza visible de un proyecto que arrancó torcido y que ha sido incapaz de enderezar.

Avalado por el ansiado ascenso con el Fabril que consiguió el curso pasado y por una dilatada trayectoria como futbolista, aterrizó en el banquillo blanquiazul con reputación de técnico estricto y apegado a la pelota. Trató de trasladar la receta que había aplicado en el filial (presión adelantada, laterales con recorrido y posesiones largas) al primer equipo, pero enseguida se dio de frente con todas las debilidades que había encontrado su predecesor meses antes.

Cristóbal se encontró con una plantilla de jugadores con perfiles muy parecidos y en la que abundaban, y siguen abundando, los jugadores ofensivos con escasa capacidad de sacrificio. Al principio trató de potenciar esas virtudes, pero la inconsistencia se mantuvo y la facilidad para encajar goles también. Trató de variar algo la fórmula y buscó alternativas dentro del equipo. Prescindió de los tres centrocampistas y colocó a Çolak en la mediapunta, pero el varapalo del derbi le hizo regresar al trivote. Entremedias probó con dos delanteros e intentó encajar a Lucas y Andone en la alineación, pero sin terminar de resolver los graves problemas defensivos que desangraban al equipo.

Cristóbal se marcha después de encajar 33 goles e incapaz de implantar un sistema de juego que permitiera al equipo blanquiazul buscar la permanencia de una manera menos arriesgada.