La etapa de Cristóbal Parralo al frente del primer equipo deportivista a lo largo de los últimos tres meses estuvo marcada también por las muestras de carácter de un técnico que, a pesar de su falta de experiencia en la elite, enseguida impuso su autoridad frente a una plantilla en que abundaron los líos.

Primero tuvo que gestionar el encontronazo que protagonizaron Arribas y Andone durante un entrenamiento. No le tembló el pulso y apartó a los dos temporalmente de las sesiones. El castigo para el rumano se alargó con una suplencia prolongada que al delantero le costó asimilar.

Hace poco tuvo que poner coto al egoísmo de Emre Çolak, también molesto por la falta de oportunidades en las alineaciones. Un mal gesto del turco acabó con el mediapunta expulsado del entrenamiento y de la convocatoria para el siguiente partido. Inflexible en lo disciplinario, el ya extécnico no admitió excusas en lo que se refería al trabajo y la entrega.