Todo cambia para seguir igual en el Deportivo, que ni siquiera con un nuevo inquilino en el banquillo encontró la motivación necesaria para salir de una situación que después de caer ante el Betis se vuelve todavía más desesperada. Naufragó de nuevo el conjunto blanquiazul, que no encontró argumentos a través de su plan inicial ni cuando se vio obligado a modificar el guion.

De entrada fue otro Deportivo, muy diferente del que acostumbraba en los partidos más recientes y también del que sugería a través de la alineación el entrenador holandés. La presencia de Krohn-Dehli y Valverde en el centro del campo, sumado a que Bakkali y Lucas ocuparon los costados, invitaba a pensar en un planteamiento enfocado hacia la portería rival. La realidad fue otra.

Intuyó Seedorf que Setién no renunciaría a manejar la pelota como acostumbra su equipo, así que le invitó a hacerlo desde el inicio. El Deportivo, a pesar de juntar sobre el césped a buena parte de su capital ofensivo, esperó y se resguardó con dos líneas muy juntas de nueve jugadores. Solo Andone quedaba liberado del ejercicio defensivo que propuso el holandés de entrada como antídoto a la identidad del Betis y posiblemente también como remiendo a los graves problemas defensivos que heredó en el equipo.

La apuesta, rudimentaria y rácana por momentos frente a un Betis que amasaba la pelota, quizá hubiera recibido no hace mucho una sonora reprimenda por parte de la grada de Riazor. Ocurre sin embargo que los aficionados han interiorizado que el conjunto blanquiazul no está para demasiados alardes, a pesar de las soflamas lanzadas desde la planta noble del club.

Así pareció entenderlo también Seedorf, que pareció protegerse en su estreno como estrategia también para comenzar a remendar un equipo completamente descosido. Le funcionó mientras el grupo mantuvo la consistencia que requería un planteamiento exigente para los jugadores.

Mientras hubo ayudas y solidaridad entre los futbolistas el Deportivo apenas sufrió ante el dominio estéril de los béticos. Tocaba y tocaba el conjunto de Setién en zonas inocuas a la espera de encontrar una rendija a través de la que superar las dos líneas defensivas blanquiazules. Aguardaba el equipo de Seedorf a la espera de una salida al contragolpe aprovechando la velocidad de Bakkali o Lucas, o bien el error del contrario.

Lo encontró después de un fallo de Guardado, de regreso a Riazor, en el inicio del juego. Se equivocó el mexicano en la entrega y la pelota la cazó Bakkali, que enfiló la portería de Adán como una centella. Centímetros antes de pisar el área, el belga soltó un disparo envenenado que golpeó en el palo.

Esa oportunidad hizo creer a los deportivistas en el planteamiento y en las posibilidades de explotar las debilidades defensivas del Betis, que no renunció a seguir manejando la pelota a pesar del susto.

El plan del holandés, sin embargo, exigía una alta dosis de solidaridad entre sus jugadores. Un desajuste, una marca defectuosa o un despiste de esos tan comunes entre los blanquiazules podía hacer saltar todo por los aires. Rozó el desastre después de un error por partida doble de Bóveda, que midió mal en una entrada y después se resbaló cuando quiso rectificar.

A medida que avanzaba la primera mitad, el Betis impuso su tiranía con el balón, pero fue el Deportivo el que encontró las mejores oportunidades. Antes del descanso, Lucas rozaría el gol en un saque de esquina que no acertó a despejar Adán. Luego sería Albentosa el que no llegaría a la pelota tras otro lanzamiento desde el córner. La más clara, no obstante, sería para Adrián después de una jugada en la que Bakkali mediría a su lateral y acabaría centrando hacia el segundo palo. Por allí apareció el asturiano, que con Adán vencido remató en boca de gol. El balón golpearía en el brazo de un defensa, pero el árbitro se desentendió de la acción. Interpretó el colegiado que el remate había sido demasiado cercano y que el jugador del Betis no pudo evitar frenar la pelota con la mano, lo que alimenta el desconcierto en este tipo de acciones que se dejan al criterio interpretativo de cada árbitro.

La segunda mitad arrancaría con la incógnita de si el Deportivo daría un paso adelante en busca de los puntos que le permitieran asomar la cabeza fuera del descenso. Amagó con ello a partir de un par de llegadas de Andone, pero lo que se encontró el conjunto blanquiazul fue el tanto del Betis. Llegó de la manera más ortodoxa posible tratándose de los coruñeses, por más que se haya producido un relevo en el banquillo. Albentosa, que hasta entonces había transitado por el partido sin tacha alguna, se desentendió de un centro desde la izquierda y por su espalda apareció Loren para rematar. Otro error de bulto que no se pudo enmendar con el arreón del final a la desesperada a pesar de que se rozó el empate.