Del estreno de Seedorf el lunes como entrenador deportivista se esperaba que trasladase a un grupo anímicamente tocado la energía con la que aterrizó en el banquillo del equipo. Del holandés se aguardaba un trabajo motivacional después de una semana al frente de la plantilla, más allá de una evolución futbolística que permitiera corregir los problemas que arrastran los deportivistas desde el comienzo del campeonato. En los jugadores, sin embargo, no se adivinó ni una cosa ni la otra. A través de un plan de contingencia basado en minimizar todo lo posible los riesgos, el conjunto blanquiazul transitó por todos los estados de ánimo. Por momentos fue un equipo ordenado, en otros alborotado, después estuvo revolucionado y acabó completamente desesperado. Demasiados vaivenes emocionales para una situación tan delicada como la deportivista. No hubo respuesta de Seedorf desde el banquillo, inmóvil para variar el rumbo original.

Repertorio limitado. Al contrario de lo que insinuaba la alineación, el holandés apostó por un planteamiento que aportase seguridad al equipo y evitase los errores en zonas comprometidas. Renunció al balón y se entregó a los pelotazos en largo desde la defensa para aprovechar la velocidad de Bakkali y Lucas. A punto estuvo de darle resultado en un par de acciones, pero enseguida la débil estructura sobre la que se apoya este Deportivo comenzó a dar muestras de fatiga. "En los días que lleva aquí ha trabajado con nosotros intensísimamente en un Dépor que él quiere construir a partir de ciertas ideas que él considera que pueden venir bien a nuestro equipo. Y estamos en esa fase de construcción", justificó ayer Eneko Bóveda sobre la imagen del equipo en el estreno de Seedorf en el banquillo.

Otro error decisivo. La propuesta del holandés no sirvió para minimizar el peligro del Betis, inocuo con el dominio de la pelota pero muy incisivo cuando Joaquín atisbó el boquete en el centro del campo deportivista. Su trabajo durante la semana tampoco valió para corregir los errores que semana tras semana condenan al equipo. El lunes fue un desajuste defensivo en cadena que amargó el estreno del holandés. Un centro de Junior desde la izquierda no encontró respuesta en Juanfran ni Albentosa, mientras que la pasividad de Bóveda permitió a Loren rematar a un palmo de Rubén. Tampoco reaccionó el portero, acostumbrado a pasar desapercibido cuando se requiere de una intervención que permita corregir algún tropiezo de sus compañeros. En ese vicio heredado lleva ya tiempo instalado el equipo.

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El Dépor trabaja tras la derrota ante el Betis

La grada, cansada. Riazor despidió al equipo con pitos porque se teme lo peor y no aprecia síntomas que permitan pensar en un desenlace positivo. En la plantilla, sin embargo, aún confían. "A nivel situación clasificatoria esto tiene vuelta y hay tiempo y oportunidades de sobra", subrayó ayer Bóveda sobre las opciones de permanencia.