Se acabó el efecto Seedorf, si es que lo hubo. En realidad solo duró cinco días, los que transcurrieron desde el esperanzador empate del pasado viernes contra el Espanyol hasta el desastre de ayer en el Coliseum. En Getafe el Deportivo volvió dar pena, igual que en Anoeta, escenario del último partido de la era Cristóbal. Tres entrenadores y 29 futbolistas diferentes -el último, Sulley Muntari, de lo poco rescatable de ayer-, y el Dépor sigue sin encontrar el camino de la fiabilidad y la regularidad. Ayer empezó compacto pero al final de la primera parte regaló dos goles que lo condenaron a otra derrota segura. Mal en defensa y peor en ataque. Solo un disparo entre los tres palos, el de Luisinho en el minuto 80. Ni un solo gol a favor en cuatro partidos con Seedorf. Un punto de doce posibles. Nada a lo que agarrarse, únicamente las matemáticas, por el empeño de Levante, Las Palmas y Málaga en mostrar un nivel tan pobre como el del Dépor.

Muy poco necesitó el Getafe para marcharse al descanso con dos goles de ventaja. Le bastaron sendos errores defensivos del Deportivo para poner el partido de cara en apenas cinco minutos, los que prácticamente dejaron el encuentro sentenciado en la recta final del primer acto. Y eso que el Dépor no empezó del todo mal. Por lo menos, mostró claro cuál era su plan, condicionado por la intensa lluvia que cayó sobre Getafe. El campo no estaba para conducir demasiado el balón, así que el equipo coruñés buscó con insistencia los balonazos en largo a la espalda de la zaga azulona. Lucas los corrió todos, pero casi siempre toda la ventaja fue para los defensas.

El Deportivo apenas inquietaba la portería rival, aunque tampoco sufría para mantener el peligro alejado de la suya. Muntari se hizo fuerte en el centro del campo, con buena colocación y mucho oficio. Apenas perdió balones, al contrario que Krohn-Dehli, su sorprendente pareja en el doble pivote. Seedorf dejó a Guilherme en la grada por unas molestias físicas y a Andone en el banquillo para situar a Lucas en punta y apostar por la velocidad de Bakkali desde la banda derecha. El belga apareció bastante en el arranque del encuentro pero se fue diluyendo con el paso de los minutos. Él, y todos, porque poco a poco el Getafe fue ganando terreno y volcando el campo hacia la portería visitante.

Ángel, con un lanzamiento desde lejos que desvió Rubén, y Mora, con un tiro raso que no encontró portería, fueron los primeros en probar suerte en el disparo. Bastante más discreta fue la producción ofensiva del Deportivo. Ni una sola vez finalizó entre los tres palos en los primeros 45 minutos. Solo Adrián, con un cabezazo fuera, acabó una jugada con cierto sentido. El Getafe no sufría y poco a poco empezaba a estirarse gracias a la velocidad de Amath, un incordio constante, y a la movilidad de Ángel para mezclar con Jorge Molina. De un saque de banda nació el 1-0. Amath le ganó la espalda a Schär, lento y mal posicionado, y Ángel remató la jugada en boca de gol para inaugurar el marcador (m.40). El golpe dejó grogui al Dépor, que solo cuatro minutos después encajó el segundo tras un error infantil de Krohn-Dehli. Nadie, y mucho menos un veterano como el danés, puede perder un balón en una zona tan delicada del campo. Fallo garrafal, por mucho que la acción acabara con otro episodio de mala suerte, el autogol de Bóveda.

El Dépor se iba al descanso con una desventaja de dos goles tras una primera parte en la que apenas pisó campo contrario, solo con balonazos. Pocas ideas en ataque, insuficientes para aspirar a remontar un partido en el campo del Getafe, un rival acostumbrado a hacerse fuerte cuando está por delante en el marcador. Lejos de encerrarse atrás, tras la reanudación los azulones siguieron llevando la iniciativa. Buscaron con descaro el tercero para sentenciar definitivamente el encuentro ante un Dépor impotente.

Seedorf dejó en la caseta a Krohn-Dehli y apostó por situar a Borges de mediapunta, el mismo rol que le tocó a Mosquera en la primera parte. Nada cambió y el Dépor siguió igual de plano. Ni siquiera la entrada de Andone le dio más pegada al equipo coruñés, incapaz de finalizar una jugada entre los tres palos hasta el minuto 80, cuando Luisinho probó a Emiliano Martínez con una zapatazo desde muy lejos que el sustituto de Guaita blocó sin demasiados apuros.

El Getafe nunca vio peligrar el resultado. Al contrario, defendió sin apuros su ventaja y se animó a estirarse varias veces con peligro, aunque el tercero lo encontró casi sin querer, tras una mala entrega de Bóveda. Otro regalo, aprovechado esta vez por Jorge Molina para superar por alto a Rubén con un toque sutil. Incluso Remy pudo anotar el cuarto de cabeza. Hacía tiempo que el Dépor ya no estaba en el partido de ayer, sino pensando en el próximo, el del sábado en Riazor contra el Eibar. Se le acaban las oportunidades y esta noche será carne de Segunda si el Levante es capaz de ganar en Vitoria.