Viento, lluvia y... partido del Deportivo. Eso es lo que une a miles de blanquiazules que cada quince días se dan cita en Riazor a pesar de que el equipo lleva casi tres meses sin regalarles una victoria. Ayer fue el día de las peñas, organizada como siempre en las proximidades del estadio, certamen en el que participaron un par de miles de seguidores llegados desde diferentes puntos de la ciudad y de Galicia. A las tres de la tarde, cuando el agua había dejado de caer ya, empezaron a comer. Había tres horas y pico para que empezase el partido, pero alguno no llegó a tiempo al estadio a pesar de encontrarse a escasos metros de la puerta de entrada del estadio.

Ya dentro, el inicio del equipo fue alentador, con tres oportunidades muy claras que no aprovecharon ni Andone (dos) ni Lucas; pero llegó el gol visitante tras un error del debutante Koval; y llegó después la expulsión del portero ucraniano después de una infantilada de Albentosa y otra del propio meta. Con diez a falta de casi una hora de partido. Ya no hubo ocasiones, solo mantener un punto que en estas circunstancias podría ser oro, pero que en las circunstancias que dicta la clasificación es muy poco, sobre todo tras casi tres meses sin ganar. Por eso al final, los aficionados, ya hartos, despidieron al equipo con otra pitada. Hace una semana habían sido aplausos merecidos.