Riazor despidió al equipo con una sonora pitada tras el empate de ayer ante Las Palmas que prácticamente supone la sentencia del Deportivo. No todo Riazor, claro, porque numerosos seguidores se habían marchado cuando los futbolistas se reunieron en el centro del campo para agradecer su apoyo a la grada. Otra decepción. Un paso más hacia el foso ante casi 19.000 espectadores, una entrada considerable tal como está el equipo y con el horario del partido. El deportivismo nunca falla.

Pero el deportivismo está cansado y en situaciones límite busca culpables, uno de ellos es Raúl Albentosa, según dio a entender ayer la grada, sin embargo, el central valenciano dice que es capaz de abstraerse de los abucheos y centrarse en su trabajo. Tanto pito dirigido hacia él conllevó lo que es habitual en estos casos, la reacción contraria, sobre todo tras el gol. Marcó Albentosa el empate y salió disparado hacia el banderín de córner. ¿Cómo lo iba a celebrar? Como siempre lo hizo, con la grada y con sus compañeros, ni un atisbo de reproche a unos pitidos que lo engrandecieron y le permitieron cumplimentar ayer un buen encuentro.

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La afición intentó disfrutar, pese al empate ante Las Palmas

Pero no solo fue Albentosa el centro de las críticas, ya que desde Maratón -la zona de los Riazor Blues- empezaron muy pronto los gritos en contra del consejo de administración: "Tino fuera de Riazor". Apenas habían pasado cinco minutos. Esa fue una de las numerosas frases que sonaron desde la zona. Pero también Lucas fue objeto del ataque desde esa parte del estadio cuando todavía faltaba mucho partido por disputarse.

"¡Fabril, Fabril, Fabril!", se oía en un momento determinado desde esa zona; también "¡que jueguen los juveniles!" cuando todavía estaban pendientes quince minutos de juego. Una situación que el resto de las localidades no respaldaba. "¿A qué vino eso?", preguntaba un socio de oro tras el partido en San Roque. "¿Quién les manda cantar eso?". Parece que no les importa el resultado". Nadie supo responder.

La grada se marchó triste, incluso los pocos amarillos que visitaron Riazor, desde donde también se tuvo un cariñoso recuerdo para el pequeño Gabriel. Riazor mostró su corazón en todos los sentidos.