Hace casi cincuenta años Manolo Loureda fue el protagonista de un Deportivo-Málaga en Riazor que acabó con triunfo blanquiazul (2-0) gracias a los dos goles que anotó el entonces 8 deportivista. El primero fue a los tres minutos de partido; el segundo, a falta de otros tres minutos para la conclusión. Era el primer partido de la primera vuelta de la temporada 1968-69 -se disputó el 4 de enero de 1969- de una competición en la que participaban 16 equipos y descendían tres. Los andaluces llegaron en la octava plaza y con 14 puntos a Riazor, donde los coruñeses esperaban en el puesto 12º con 13 puntos, a uno del descenso.

El equipo blanquiazul, entrenado en aquella época por Cheché Martín, necesitaba ganar para superar a los malagueños -el nombre oficial de entonces era Club Deportivo Málaga- y alejarse del pozo, en el que metían de alguna forma a sus rivales, ya que con el triunfo los superaron en un punto (en aquella época el triunfo suponía dos puntos). El Deportivo aumentaba la diferencia con respecto a las plazas de peligro y el Málaga ocupaba su posición de antes de esa jornada.

El partido se disputó un sábado por la noche, en un horario muy poco habitual para la época, y comenzó de forma positiva para los blanquiazules, que a los tres minutos de juego se encontraron con un penalti a favor cometido sobre Beci, el goleador deportivista. Lo lanzó José Manuel Sertucha, el Vasco, que solía pegar muy duro con la derecha, pero en este caso Goicoechea, portero visitante, despejó su lanzamiento, pero Loureda, atento, aprovechó el rechace para marcar el primer gol del partido.

El interior coruñés puso la guinda cuando el encuentro estaba a punto de finalizar con un disparo lejano que se coló por la escuadra derecha de la portería del Málaga. El recuerdo de casi cincuenta años atrás me lleva a ver un disparo desde la altura del banquillo del equipo coruñés, pero las crónicas de entonces dicen otra cosa: "Un disparo desde unos 20 metros, tras una jugada de Cervera, que le había cedido el balón a Cortés en la banda derecha".

El recuerdo dista mucho de lo que quedó escrito y en este caso es mejor fiarse del papel que de la memoria. Transcurrió casi medio siglo y uno acababa de hacer la primera comunión -una de las tradiciones de entonces-. Las distancias son difíciles de medir, pero algunos recuerdos perduran, aunque alguno de los protagonistas no tenga excesivamente claros los detalles de la mayoría de los partidos.

"No recuerdo aquel partido", dice Manolete. Formaba en el centro del campo con Domínguez o con Sertucha, pero en aquel encuentro estuvo fuera "supongo que por una lesión", dice el actual presidente de los Veteranos del Deportivo. Ciertamente, él era el fijo en las alineaciones hasta su fichaje por el Valencia. Tampoco Beci tiene claros los recuerdos. "Hace tanto tiempo y fueron tantos partidos que es difícil recordar todo", dice el exatacante, que aquel año acabó con 11 goles, a tres de los pichichis de esa temporada, Amancio (Madrid) y Gárate (Atlético), que marcaron 14 tantos

El curso finalizó con el Deportivo asentado en mitad de la tabla con 28 puntos y el CD Málaga anclado en una de las tres plazas de descenso que ocuparon, además, el Espanyol y el Córdoba. En aquel partido, Manolo Loureda (fallecido en junio pasado) hizo enmudecer Riazor, siempre crítico con uno de los futbolistas más emblemáticos del equipo blanquiazul. Un hombre de la cantera coruñesa, como la mayoría de los integrantes de la alineación titular.

Formado en el Sporting Coruñés, se incorporó al Fabril en 1960 de la mano de Rodrigo García Vizoso. Dos años más tarde dio el salto al primer equipo, aunque ya había debutado antes. Desde entonces se convirtió en una de las piezas más importantes del conjunto deportivista durante doce temporadas, en las que le tocó vivir la época del equipo ascensor con cuatro ascensos a Primera División y cinco descensos. Como decía Beci, pero con otras palabras, el Deportivo iba sobrado en Segunda, pero en Primera tenía que sufrir mucho para mantenerse.