Clarence Seedorf desplegó ayer sobre uno de los campos de entrenamiento del Dépor la ciudad deportiva de Abegondo el mismo equipo que el domingo cayó ante el Atlético, con la única variación de Navarro por el sancionado Luisinho en el lateral izquierdo. Lo hizo con una premisa básica para los que se perfilan de nuevo titulares mañana ante el Málaga en Riazor: que buscaran el área contraria únicamente con dos toques. La consigna llega después de la actuación en el Metropolitano y resume el giro aplicado por el holandés en la propuesta del equipo. En el estadio rojiblanco se adivinó un conjunto más combinativo, alejado del juego rudimentario que se convirtió en bandera del nuevo técnico desde su llegada a mediados de febrero.

La receta parece que se mantendrá en el decisivo partido de mañana como recurso de urgencia que permita apurar las posibilidades de permanencia de los deportivistas. Los lanzamientos en largo se desterrarán en favor de las transiciones rápidas, la profundidad y las alternancias en las posiciones que ensayó ayer Seedorf con insistencia. Lo hizo también con vehemencia, porque Luisinho tuvo que escuchar una severa reprimenda por no atender las indicaciones de uno de sus ayudantes. El técnico le recordó al portugués que debía obedecer a sus asistentes como si se tratara de él mismo.

Lo que no hizo Luisinho en esa acción fue doblar la posición en el carril izquierdo cuando se lo indicaron. Los laterales deben ahora ser profundos, al contrario de lo que ordenaba no hace mucho el holandés. Entonces se privilegiaba un orden defensivo que no ha servido para abandonar los últimos puestos de la clasificación. La apariencia es que el equipo se desmelenará un poco más y olvidará los corsés que le colocó Seedorf para buscar ciertos riesgos que le permitan mantener vivas las esperanzas de salvación.

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Seedorf destierra los balonazos

La alineación así lo sugiere, porque en ella ha encontrado hueco el olvidado Emre Çolak. El equipo ha ganado en frescura con su presencia y el domingo en el Metropolitano lo agradeció especialmente Lucas Pérez. Las carencias tácticas del turco y la anarquía que le acompaña sin balón deben compensarla entre Guilherme, Muntari y Mosquera, los dos primeros recostados en las bandas. Los tres se perfilan de nuevo como titulares en un centro del campo en el que se ha desterrado la idea del rombo.

También parece descartada la idea de la doble delantera, para desgracia de Andone. El rumano volvería a quedarse fuera de la alineación después de su suplencia ante el Atlético para dar continuidad a la fórmula basada en Lucas, Adrián y Çolak. Sería una propuesta sin solución de continuidad, basada en la buena imagen del Metropolitano y quizá en la creencia asumida por el técnico de que necesita algo más de riesgo para soñar con una permanencia que ahora parece lejana. Así lo admite la plantilla, que se agarra a las opciones que le otorgan las matemáticas. "Sabemos la distancia de la salvación y toda la situación en la que estamos, pero confiamos y trabajamos para conseguir el objetivo. Posibilidades de salvarnos son todas porque sabemos el equipo que tenemos y podemos ganar muchos partidos", reflexionó ayer Sidnei. Ante el Málaga mañana será una de las últimas balas, y de eso también son conscientes en el vestuario. "Presión estamos teniendo ya desde hace muchos partidos, así que el viernes será un partido de alta tensión en el que sabemos lo que nos estamos jugando y lo importante que es", añadió el defensa.