El Nuevo San Mamés es, de momento, tierra santa deportivista. El gol de Lopo, el doblete de Adrián. El grupo de Seedorf se agarra al hilo de vida que le queda en Primera para tirar de él y empezar a tejer el milagro. El Dépor no se rinde y la segunda piedra de un imposible la puso esta noche en Bilbao en un duelo en el que brilló y sonrojó, según la fase de partido, pero que sobre todo mostró a un equipo que peleó con fútbol y dignidad para rebelarse a un destino marcado. Imperfecto, como siempre, le dio un repaso futbolístico en la primera parte al Athletic, enganchado al fútbol de Lucas y al instinto de Adrián, y en la segunda mostró su cara más mundana para cansarse de darle vidas extra al conjunto vasco. Finalmente, resistió para cosechar su segunda victoria consecutiva, dar una alegría a los 400 deportivistas de la grada y alimentar el sueño de la salvación de las salvaciones. Si hay un momento para levantarse, es este.

El Dépor era otro. Ni un minuto hizo falta. Se pellizcaban entre aficionados blanquiazules en la grada, delante del televisor. No parecía el mismo equipo que se pasó cuatro meses sin ganar, que estuvo perdido como pocas veces en su historia en Primera División. De repente, todo encajó con el viento de cola de una victoria ante el Málaga, con dos meses de Seedorf en el banquillo y con una apuesta sobre el césped que empezaba a cuajar para sacar a relucir todo el fútbol que llevaba el grupo dentro. Es indudable que los goles ayudaron en esa primera parte y más a un grupo que no ha parado de dudar, pero la exhibición coruñesa en ese tramo de partido va mucho más allá de su pegada. El técnico tocaba tres piezas (Borges, Krohn-Dehli y Schär), las justas. Una de ellas, el tico, fue brillante, magnífico hasta el descanso. Hizo lo que debía hacer en cada momento. Decisivo en el juego y en uno de los goles.

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El Dépor asalta San Mamés

Con esta panorama los tantos empezaron a caer. El primero, a balón parado. Adrián, sin saltar y con asistencia de Schär, batía a Kepa en el área pequeña. Una sorpresa. 0-1. Unos minutos después,ya dejaba de serlo. Tras varios avisos, una jugada de billar de Lucas y Borges le servía otro caramelo Adrián. El ángel de la guarda goleador de los blanquiazules no fallaba. 0-2. Minuto 14.

El Dépor se subía a la ola, creía, jugaba. El Athletic se veía sobrepasado, pitaba San Mamés, a punto de entrar en combustión. El botín parecía enorme, aunque el terreno estaba abonado para que fuese aún mayor. Lucas vivía los primeros minutos de una exhibición personal que duró todo el encuentro. Cada ataque del coruñés era una pesadilla para los vascos. Él conectaba con todos, se echaba el partido a los hombros. Pudo hacer el 0-3 al filo del descanso. Entre que no estuvo fino en la definición y que Kepa sacó la mano a pasar fuera del área (debía haber sido amonestado), nada se movió. El Dépor vivía una engañosa sensación de tranquilidad.

En nada el equipo coruñés volvió a ser él mismo tras el descanso. En tan solo unos minutos expuso sobre el césped las razones que le han llevado a estar a un paso de Segunda. Algunos espectadores ni se había sentado y, Schär, que hizo un desastroso partido, midió mal en un salto en el que estaba solo en área y le regaló a Raúl García un balón que era medio gol. No falló. 1-2 y a temblar. El Athletic crecía, el Dépor se hacía bola. El escenario parecía decorado para asistir a una tragedia blanquiazul. San Mamés, hasta ese momento quejoso, rugía. Por suerte, el ambiente de remontada no tardó nada en enfriarse. Ya sin Adrián sobre el césped, Borja Valle, con un lenguaje gestual muy parecido al del asturiano, no desaprovechaba un pase de Lucas al área. Carrera para adelantarse a su marcador y tanto cruzado. 1-3. Volvía el duelo a la casilla de salida con más de media hora por delante. El Dépor había detenido el primer golpe. Quedaban más.

A pesar del revés, el Athletic sabía que podía sacar petroleo de las inseguridades coruñesas. San Mamés pesa, invita a no rendirse y, como a los vascos les había caído un gol sin apenas jugar en los primeros minutos, pensaron que como se entonasen un poco nada iba a ser imposible para ellos. Hicieron rápido los cambios con Aduriz y Muniain al mando de las operaciones. Mucho juego directo, centro al área. Un fútbol que alimentó el Dépor con esa tendencia natural de los equipos baqueteados de echarse atrás. Solo alguna contra comandada por Lucas y jugadas esporádicas para defender con la pelota, mientras los rojiblancos respiraban. Ese fue el bagaje coruñés.

Y llegó el 2-3 y la pesadilla en ciernes. Es cierto que hay una falta de Raúl García en el primer palo, pero el equipo coruñés volvió a demostrar que es su peor enemigo. Nadie acertó a despejar un saque de esquina y Rubén volvió a fallar de manera clamorosa al no tener respuesta al disparo directo. Gol olímpico y 20 minutos para sufrir. El Athletic empujó, el Dépor se defendió como pudo con otro pivote y hasta con doble lateral en la izquierda. Tuvo que poner las tripas sobre el césped y agarrarse a alguna buena mano del meta de Coristanco para que el sueño siguiese intacto. Hoy tocaba cara. Es muy probable que el Dépor se vaya a Segunda, pero mientras tanto, no debe rendirse y, sobre todo, tiene que empezar a crecer y a construir desde ya. Venga lo que venga. Toca ganar, ganar y ganar; se ha ganado el derecho a soñar.