Punto es punto decía un afamado técnico. No siempre suficiente, habría que añadir en el caso del empate cosechado por el Deportivo ante el Sevilla, en Riazor.

No hizo el martes un buen partido el Deportivo, y tampoco pudo concluirlo con la tan necesitada victoria, tal y como sucediera en los dos partidos anteriores.

En la primera parte el cuadro de Riazor estuvo sometido al dominio visitante, que manejó el balón en la zona de creación ante el esfuerzo improductivo de los cuatro centrocampistas coruñeses. Esto y la ausencia en la alineación de un futbolista como Emre Çolak, que en las tres últimas jornadas marcaba la diferencia en la proyección del juego ofensivo del equipo, limitó también las posibilidades de hacer daño a través de contras; recurso ofensivo al que quedaba supeditado un Deportivo sin bandas y con un diseño en el centro del campo con futbolistas en los que prevalece más su condición de recuperadores.

En la segunda mitad los blanquiazules consiguieron equilibrar el dominio del encuentro. Con la inclusión de Çolak, el Deportivo crecía en ataque y con ello las posibilidades de alcanzar el tan necesario triunfo.

Aun así, y a pesar de que el Sevilla mantenía su supremacía con el balón y movía el banquillo incluyendo poder ofensivo en sus filas, la fase final del partido discurrió más dividida que el resto del encuentro, y cualquiera de los dos equipos pudo llevarse la victoria en acciones puntuales.

La realidad es que, si bien con el balón el juego del Deportivo ha experimentado una mejoría, sobre todo desde el partido disputado en el Wanda Metropolitano, no es menos cierto que en defensa no parece que los guarismos apoyen un avance.

Los resultados en el futbol suelen producir efectos cambiantes en los estados de ánimo, algo que puede llevar a engaño, sobre todo en la afición.

Algo más importante y necesario que quedarse con las sensaciones, es encontrar los "cómo" y "por qué" de cada partido. Y así, la realidad es que aún ganando y dejando sensaciones positivas con el balón, no es menos cierto que esos dos triunfos han sido por la mínima, encajando dos goles en ambos, y ante dos equipos que no pasan por sus mejores momentos.

Frente al Sevilla, uno de los equipos fuertes de la Liga, el equipo lo intentó de nuevo; no se duda que los profesionales de la plantilla hayan dejado de hacerlo desde el primer partido del campeonato, no son ellos los causantes de la situación del Deportivo. Ellos son los ejecutores de un plan que se supone creado y diseñado en función de sus cualidades.

El equipo navega en la misma dirección que lo viene haciendo durante toda la temporada y parece que únicamente los futbolistas o la afición son los que pueden cambiar su rumbo.

El martes quedó patente que los futbolistas lo han intentado, no se puede negar su esfuerzo y entrega. Casi no quedan ya excusas para señalar el lugar donde está la responsabilidad de que el Deportivo navegue a la deriva desde hace más de dos temporadas, sin síntomas de capacidad para remontar a tiempo.

Hoy y mañana seguiremos navegando con la esperanza de que el viernes amanezca con el océano más en calma y que el temporal agite las aguas del Mediterráneo.

Tres mareas faenadas en las mismas condiciones, merecen una profunda reflexión. Crear algo con lo que navegar con solvencia y no tener que depender de que otros construyan barcos peores es lo mínimo exigible a los patrones.