Ni fútbol, ni intensidad, ni siquiera corazón. Nada de nada. Solo impotencia transmitió el Deportivo en Butarque, donde enterró sus remotas opciones de salvación con un empate que, en realidad, es una derrota. Se jugaba la vida y no lo pareció. Nunca dio la sensación de estar en una situación límite, solo en un breve y esperanzador arranque que no pasó de espejismo. Pudo adelantarse pronto, falló sus ocasiones -dos de Lucas- y luego se dejó ir, como esperando que la victoria llegara por inercia, sin exponer prácticamente nada. Imposible ganar así en Primera, y menos fuera de casa. Mala primera parte y peor aún la segunda, sin capacidad tan siquiera para acabar colgando balones al área. Una pena, como toda la temporada.

El Leganés apenas sufrió. Solo al inicio. Diez minutos le duró el ímpetu al Deportivo. Empezó muy bien, llevando la iniciativa y conectando con Lucas para generar peligro, pero pronto cedió el control a un Leganés que poco a poco fue volcando el campo hacia el área visitante. El delantero de Monelos, con mucha movilidad pero escasa puntería, desperdició dos situaciones claras de gol en ese tramo inicial tan esperanzador. Çolak y luego Guilherme filtraron buenos pases para el coruñés, que se estrelló primero contra el defensa Bustinza y luego contra el portero Cuéllar.

El Dépor mandaba, igual que venía de hacer en el Wanda Metropolitano y en el Nuevo San Mamés, pero el dominio duró un suspiro, apenas diez minutos. El Zhar y Amrabat fueron ganando más protagonismo para iluminar el ataque del Leganés, sin problemas atrás y cada vez con más fluidez en campo contrario. El Deportivo reculó y renunció al balón. No le duró nada. Ni tres pases seguidos fue capaz de enlazar el equipo de Clarence Seedorf, que apostó por la continuidad en el once, con la única novedad del regreso de Emre Çolak por Krohn-Dehli ÇolakKrohn-Dehli. El turco espació demasiado sus intervenciones y sus compañeros lo echaron de menos. También a Adrián, desaparecido por completo en la primera parte. Ni él ni nadie fue capaz de echarse al equipo a sus espaldas para tener algo el balón y sacudirse el domino pepinero. Pelotazos, y nada más. Casi todos fáciles para los defensas rivales.

El Dépor se jugaba la vida, mucho más que el Leganés, al que le bastaba con empatar para garantizar la salvación. Los coruñeses, en cambio, necesitaban los tres puntos para conservar sus mínimas esperanzas de permanencia, reducidas en la víspera tras el triunfo in extremis del Levante frente al Málaga. Tenía que notarse esa diferencia en cuanto a agresividad e intensidad, pero fue el Leganés el que más mordió. El Deportivo estuvo apagado, incluso desconectado en algunas acciones. Por ejemplo, en el minuto 23, a la salida de un córner que casi aprovecha El Zhar para marcar el primero. Sorprendió a la defensa coruñesa, igual que Eraso en el 29. Su cabezazo, demasiado picado, no encontró portería. Zaldua también lo intentó con un disparo lejano antes del descanso.

Tal y como estaba el partido, lo mejor que le podía pasar al Dépor es que se llegara sin goles al ecuador para buscar otro plan. Había que cambiar, y mucho, para aspirar a una victoria. Sin embargo, el Leganés siguió teniendo una noche plácida. No le hizo falta apretar demasiado el acelerador para conservar ese empate con el que sellar la permanencia. Incluso se animó a seguir llegando arriba con peligro. El Deportivo, en cambio, no acabó de entrar de lleno en el partido. Parecía que los dos se estaban jugando lo mismo, de que era un partido más. Pero no. Para el Dépor era ganar o morir. Y nunca dio la sensación de estarse jugando la vida. No apretó. No mordió. Por cansancio. Por falta de recursos. Por lo que sea, pero se dejó ir, desperdiciando la última oportunidad de agarrarse a Primera.

El panorama era totalmente desolador y los cambios no lo mejoraron pese a las ganas que le puso Borja Valle. Valverde estuvo perdido y Andone entró muy tarde en busca del gol. Mucha gente ofensiva, pero pocas llegadas. No había plan y el Dépor tenía muchas dudas para buscar un camino por el que aproximarse a la portería rival. Ni siquiera recurrió a los pelotazos desesperados en una recta final en la que el conjunto pepinero no sufrió para mantener a cero su portería. Reparto de puntos. Fiesta del Leganés. También del Levante. Y drama para el Deportivo. Encadena cuatro jornadas sin perder, la mejor racha de la temporada, pero está condenado al descenso.