El sector textil moderno gallego fue muy reducido y se concentró en la provincia de A Coruña. Los establecimientos textiles de mayor envergadura se circunscriben a la fábrica de tejidos de Isabel II en O Roxal (Neda) explotada sucesivamente por distintas sociedades, y a tres firmas creadas en Xubia, Présaras (Vilasantar) y la capital herculina. Este trío de empresas está constituido por La Galicia Industrial, Hilados y Tejidos de Vilasantar y La Primera Coruñesa. Las dos últimas tienen en común, entre otros elementos, su pertenencia a la familia Miranda, que estuvo al frente de éstas durante el siglo XIX.

Luis Miranda Vázquez fue el fundador de esta saga empresarial, cuya actividad giró en torno a dos ejes: el primero vinculado al sector de la pesca y salazón en compañía de su cuñado Nicolás María del Río y, el segundo, relacionado con la industria textil algodonera, en este caso en sociedad con José Núñez de la Barca. Fue este último el segmento industrial que alcanzó mayor proyección económica, aunque sus empresas representaron una fracción minúscula en el conjunto del textil español.

Núñez y Miranda se dedicaron a la fabricación de hilados y tejidos de algodón, pero dos años después de su constitución falleció José Núñez de la Barca. La situación de la firma, sin embargo, era tan boyante que los herederos de Núñez apoderaron a Luis Miranda para que se encargase de la gestión de la fábrica y ésta duplicó su capacidad productiva en apenas cuatro años. Su crecimiento fue constante: en 1876, la fábrica había duplicado el número de telares y empleaba a doscientas personas, de las que el 80% eran mujeres. En 1905 llegó a ocupar a casi 300 obreras y 36 operarios.

La fábrica, tras sufrir un incendio, experimentó una remodelación que amplió y mejoró las infraestructuras. El relevo generacional en la empresa tuvo lugar a finales del siglo XIX: Luis Miranda Santos, hijo de Luis Miranda Vázquez, se convirtió en apoderado de la compañía en 1898.

Años más tarde, la sociedad se trasformó en la Primera Coruñesa SA, denominación que ha llegado hasta nuestros días. Como únicos socios figuraban los herederos de Núñez y Miranda y el carácter familiar de la fábrica se mantuvo a pesar de su transformación en sociedad anónima. Primero, los descendientes de la familia Miranda y luego los de la rama Núñez rigieron los destinos de la entidad. En 1936, fue nombrado como sustituto Tomás Rodríguez Sabio, ajeno a la familia y que poco a poco fue asumiendo más responsabilidades en la empresa. El siguiente relevo significativo en la dirección de la empresa se produjo en 1962, cuando los hijos del gerente se convirtieron en directores de la empresa y representantes de la misma, absorbiendo así la participación de los Miranda.

Los recursos propios de la compañía se cuadriplicaron en vísperas de la I Guerra Mundial. La conversión en una sociedad anónima en 1905 les facultó para captar capital mediante la emisión de obligaciones y acciones y así el capital social se había triplicado al finalizar la Guerra civil.

En 1992, la sociedad se dedicaba a la industria fabril de tejidos de algodón y de otras fibras y mezclas. La actividad era compatible con la intervención en otras sociedades de objeto idéntico o análogo. Así, la empresa se convirtió en titular de un paquete de acciones de las sociedades textiles Hilados y Tejidos de Vilasantar SA y Coruñesa de confecciones SA.

La construcción de viviendas fue una actividad secundaria que cobró importancia progresivamente en los negocios sociales. A finales del decenio de 1950, la edificación de casas baratas o viviendas de renta limitada empezó a hacerse un hueco en los intereses de la compañía. De esta forma, construyeron 82 inmuebles en A Coruña en 1957. El nuevo milenio fue testigo de una última modificación en el objeto social al eliminar la fabricación de hilados y tejidos de algodón de los estatutos y sustituirla por la construcción de pisos. Su objeto social pasó a ser el alquiler y construcción de viviendas, por lo que la actividad textil había sido relegada en un momento en que esta rama industrial ganaba peso en la estructura de la industria regional.

En concreto, el sector textil confección había alcanzado el tercer puesto dentro de los sectores más importantes del área metropolitana coruñesa en 1986.

Hilados y Tejidos de Vilasantar SA domiciliada en Présaras fue la otra industria textil manejada inicialmente por la familia Miranda. La fábrica fue adquirida por los hermanos Miranda Santos en cuyas manos permaneció hasta el siglo XX. Esta empresa compartió domicilio social con la Primera Coruñesa, y su cifra de activos fue muy similar a la de su competidora herculina hasta la década de 1950. A pesar de que ambas empresas pertenecían al grupo Miranda, la competencia fue intensa entre ellas. Esta rivalidad dominó el mercado textil gallego desde finales de la I Guerra Mundial y fue una de las causas aducidas por sus gestores para explicar la baja rentabilidad de algunos de sus ejercicios.

El periodo de entreguerras, la Guerra Civil y la posguerra fueron momentos de crisis. Hilados y Tejidos de Vilasantar SA experimentó pérdidas: la materia prima se encareció, el contexto político español creaba incertidumbre en los mercados y los costes se disparaban. Al mismo tiempo, la demanda no crecía al mismo ritmo que la oferta y la sobreproducción fue el resultado.

Tras la Guerra civil, ambas compañías reasumieron las relaciones comerciales con sus clientes habituales, pero tal y como reseñaron constantemente los gerentes en la posguerra, los inputs se habían encarecido y existía una escasez abrumadora de divisas. La adquisición de materias secundarias también fue problemática. El fin de la II Guerra mundial apenas introdujo alguna mejora en esta situación. Como resultado, las fábricas sufrían frecuentes paros productivos y la calidad del producto no solía ser la deseada. Se invirtieron las condiciones del mercado en la posguerra, ya que se produjo un fuerte descenso de los resultados de ambas firmas. La capacidad económica mermaba cada vez más y elevaba los precios de los alimentos y los textiles, por lo que, con el paso del tiempo, la industria del ladrillo desplazó a la textil.

La familia Miranda supo aunar la moderna industrial algodonera con la tradicional salazón, otro de los sectores industriales relevantes gallegos del siglo XIX. En 1870 el sector salazonero tenía grandes expectativas de futuro. Nicolás del Río y Luis Miranda emprendieron la construcción de un establecimiento de salazón en A Coruña, y llegó a convertirse en el segundo más importante de la ciudad en términos de trabajo empleado. La firma se disolvió en 1900, sin embargo, la vinculación con la pesca fue inseparable de los intereses de la familia Miranda, que crearon F. Miranda y Cía, una empresa suministradora del sector pesquero: se dedicaron a la fabricación de redes para pescar y a las representaciones mercantiles.

Las expectativas de progreso, sin embargo, no se cumplieron y decidieron disolverla en 1964. El suministro de efectos navales constituyó también el objeto social de otra compañía que los Miranda constituyeron, una empresa que fue transferida a personas ajenas a la familia en los 50 y cuyo destino se desconoce.

Alonso, Luis; Lindoso, Elvira;Vilar,Margarita. 'Construyendo empresas. La trayectoria de los emprendedorescoruñeses en perspectiva histórica'.