Para que la fusión de Caixa Galicia y Caixanova encaje a la perfección y evitar más quebraderos de cabeza de los esperados con la vorágine de la integración interna de los equipos es fundamental cumplir con el guión económico. Como las propias entidades pregonan, hay que ser "eficientes" y poner una base "sólida" a los pilares de la caja única. En juego está la rentabilidad del negocio, contar con los suficientes recursos propios y de calidad para afrontar las dificultades del sector y, por eso, el estricto plan de adelgazamiento suma más de 16.000 millones de euros en desinversiones que vendrán, sobre todo, de la cartera industrial y el traspaso de una parte de la red exterior de oficinas. Varias firmas especializadas en este tipo de operaciones están ya trabajando por encargo de las entidades. De momento, no hay nada cerrado y todo apunta a que se tardará "meses" en conseguirlo.

"Las condiciones del mercado son las que son", explican fuentes cercanas a las cajas, que, insisten en que por ahora lo que se está haciendo es "sondear" las oportunidades "que pueden surgir". Con la crisis como telón de fondo y la profunda reestructuración que atraviesa el sector del ahorro, prácticamente todas las cajas inmersas en fusiones o en un SIP quieren meter la tijera a su red. Hay más oferta que demanda.

Los asesores contratados, entre ellos el banco norteamericano Goldman Sachs, están identificando posibles inversores con el hándicap de lograr un buen precio pese a la saturación y de que Caixa Galicia y Caixanova necesitan que la cesión de las alrededor de 200 oficinas que saldrán de su tutela incluyan negocio e inmuebles. Es decir, que el nuevo dueño se haga cargo de los depósitos y también de los créditos y la morosidad que arrastren, una de las debilidades, según apuntan varios directivos, de esa parte de la red. Coincide, además, con las áreas de mayor expansión durante la burbuja inmobiliaria, con cargas muy elevadas en préstamos al ladrillo, y en Madrid, donde ambas cuentan con una abultada presencia. Aunque ya hace meses llegó alguna propuesta -incluso el Banco de España llegó a contactar con varias entidades para hablarles del caso gallego tras la aprobación inicial de la fusión- ninguna de las conversaciones cuajó. "Apenas hay interés por sucursales en zonas en las que todo el mundo cuenta con red", señala uno de los directivos de la futura caja única. "La opción -continúa- es incluir en la oferta alguna de las oficinas que pueden sobrar en Galicia, donde la mora es muchísimo más baja y el sector no está tan sobredimensionado".

Junto al negocio y los locales, la condición es que vaya el personal que trabaja allí. "El traspaso de los trabajadores es clave -añaden las mismas fuentes- para evitar tener que asumir los costes de despidos o del mantenimiento de todos los contratos que pueda haber". El acuerdo que las entidades firmaron con CCOO y Csica incorpora el "compromiso" de las cajas a que en las negociaciones prime el mantenimiento del empleo de la plantilla asociada a las sucursales que salgan a la venta.

Las dificultades para el recorte en la cartera de participadas es otra. Algo tan simple, pero tan necesario, como encontrar inversores "con suficiente liquidez". Los paquetes accionariales de las cajas gallegas, valorados en unos 5.000 millones de euros, están ya en los llamados portfolios que los asesores externos presentan a candidatos a la compra. "Prácticamente todo -resumen- es susceptible de una desinversión". Entre estas participaciones están las que ambas tienen en Reganosa, en el aire tras la operación de la Xunta.