En medio de la vuelta al ritmo habitual de trabajo tras las navidades y recién arrancada la temporada de rebajas, la plantilla de Inditex se topó ayer con la segunda carta que su presidente, Amancio Ortega, le dirige en la última década. La primera, en 2001, anunció la salida a Bolsa del gigante textil, pero la de ayer recogía un anuncio todavía más impactante. Amancio se va o, más bien, empieza a irse, porque en una multinacional con 92.000 trabajadores y más de 4.900 tiendas en los cinco continentes, todo cambio -y más si es de semejante relevancia- lleva su tiempo.

Ortega ha decidido aprovechar el actual momento, de indiscutible liderazgo del grupo, y la tranquilidad que le dan sus 74 años -cumplirá 75 el 28 de marzo- para ceder el testigo al que durante los últimos cuatro años y medio fue su número dos, el vicepresidente y consejero delegado del grupo, Pablo Isla Álvarez de Tejera, de 46 años, a quien el propio Ortega propondrá como presidente ejecutivo durante la junta de accionistas que se celebrará en julio próximo, "con la seguridad de es lo mejor para el futuro de la compañía".

La compañía ha querido aprovechar el momento de relativa calma en la Bolsa -el anuncio apenas tuvo consecuencias en la cotización del grupo en el Ibex-35- para anunciar un relevo que nadie pueda atribuir a un deterioro de la salud del fundador, que permanecerá dentro de la empresa, en el consejo de administración y como responsable último de la estrategia a seguir, aunque en un todavía más discreto segundo plano.

Y es que Isla ya es el rostro visible de Inditex, como lo fuera su antecesor, José María Castellano, y suple la alergia a la notoriedad pública de Ortega, más accesible en su complejo hípico de Casas Novas, que en la empresa que fundó hace 36 años junto a Rosalía Mera.

El anuncio sorprendió tanto a los empleados de Inditex como al mundo de los negocios, en el que la noticia corrió como la pólvora desde que la compañía hizo público el escueto comunicado que informaba del relevo. Exactamente cuatro líneas para introducir la misiva del presidente (en cuadro adjunto).

¿Significa esto que Amancio Ortega renuncia a que su hija pequeña, Marta Ortega, señalada como natural heredera al frente del grupo, siga sus pasos? El holding, discreto hasta en sus manifestaciones públicas, prefiere no hablar demasiado sobre el futuro de la heredera, pero como han asegurado fuentes de la dirección, la sucesión se produce como un paso más dentro de la estrategia de profesionalización del equipo directivo que Ortega inició en los últimos años, sin prisas, y deja tiempo para decidir el futuro de Marta Ortega, de tan solo 26 años.

La hija del fundador estudió en la European Business School London (EBSL), pero entró a trabajar en la compañía como dependienta de una tienda de Bershka en Londres. De allí, pasó a otro establecimiento de Barcelona para concluir su periplo de atención al público en Shanghái. Desde el pasado mes de noviembre, la joven trabaja en la sede central del grupo, en Sabón (Arteixo), donde sin embargo no tiene tareas ejecutivas, cumpliendo el plan diseñado por su padre para llegar al liderazgo de la compañía desde abajo. El cambio al frente de la cúpula deja abierta su designación como vicepresidenta del grupo, a la sombra de Isla, en un modelo similar al que sigue Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) con su principal accionista, Esther Koplowitz, que es vicepresidenta.

Diez años después de aquella primera carta, Ortega reconoce que el grupo que dirige es "más fuerte" y cuenta con una "organización de extraordinarios profesionales, asentada en una estructura consolidada". Por eso, porque la estructura es sólida, Ortega inicia una "nueva etapa", que -sostiene- "se ha iniciado en los últimos años". El fundador del imperio se refería así al proceso abierto en febrero de 2005, desencadenado por la salida del hasta entonces director general y sobrino político de Ortega, Juan Carlos Rodríguez Cebrián, que abandonó la empresa para gestionar su patrimonio personal. Su marcha se produjo después de que el también accionista del grupo vendiese importantes paquetes accionariales. Aquel fue el año en el que el grupo Inditex inició un plan de reestructuración del equipo directivo para lanzar su definitiva expansión internacional.

Fue en mayo de ese año cuando Inditex fichó a Pablo Isla -previamente seleccionado por una firma cazatalentos-, entonces presidente de Altadis. Su llegada fue el principio del fin de la carrera de José María Castellano como número dos de Ortega, que tres meses después fue despojado de casi todos sus cargos ejecutivos hasta que dimitió, en septiembre, cuando aún era vicepresidente. Isla asumió su cargo y el reto de consolidar la carrera imparable del grupo en el exterior. A la vista de los resultados, ha cumplido el plan al dedillo: el grupo Inditex ha duplicado sus ventas, su plantilla y quintuplicó los beneficios obtenidos en 2000.