Wall Street cerró esta semana, con una caída acumulada del 12,09%, su peor trimestre desde la crisis financiera de 2008, un desplome que se produjo durante tres meses en los que el miedo a una nueva recesión y a la quiebra en Grecia se apoderó de los mercados. El Dow Jones de Industriales, el principal indicador del parqué neoyorquino, cayó el viernes un 2,16% hasta perder la importante barrera psicológica de los 11.000 puntos, al quedar en las 10.913,38 unidades.

Los números rojos de este viernes reprodujeron lo sucedido durante el mes de septiembre y el tercer trimestre del año, en los que el nerviosismo y la incertidumbre se instalaron en la psique de los inversores para provocar una volatilidad que no se veía desde la caída de Lehman Brothers.

El índice de referencia de Wall Street acumuló en septiembre una caída del 5,59% -sexto descenso mensual consecutivo-, de forma que durante estos tres meses registró su caída más pronunciada desde el primer trimestre de 2009, cuando Estados Unidos estaba sumido en una crisis financiera que resultó en la recesión más profunda y prolongada desde la Gran Depresión de los años 30.

Los poco alentadores números que arroja el Dow Jones de Industriales se repiten en el selectivo S&P 500, que cayó el viernes un 2,5% para acumular un descenso del 6,72% en septiembre y del 14,33% durante el trimestre, con lo que se anota los peores resultados trimestrales desde el último cuarto de 2008.

En el caso del índice compuesto del mercado Nasdaq los números no son mucho más alentadores: la sesión del viernes perdió un 2,63%, en septiembre retrocedió el 6,24% y en el tercer trimestre del año un 12,91%.

Los analistas parecen poco esperanzados en que la sangría vaya a remitir próximamente y, por ejemplo a juicio del economista del banco Wells Fargo Stuart Freeman "seguiremos más o menos igual durante varios meses, al menos hasta finales de año o incluso principios del que viene".

Durante estos difíciles tres meses, fueron múltiples las noticias que minaron la confianza a nivel mundial, entre ellas la casi suspensión de pagos de EEUU tras el exasperante debate para elevar el techo de deuda, la primera rebaja de su calificación de la historia o la crisis de deuda de la zona euro, con Grecia al borde de la quiebra.

A día de hoy los inversores cuestionan la capacidad de los políticos a ambos lados del Atlántico para dar los pasos necesarios que pongan fin a esta situación y cuestionan también las medidas que sí se han tomado, como la "operación twist" lanzada por la Reserva Federal de Estados Unidos. Los miedos a una recaída en la recesión mundial también se reavivaron después de conocerse que en agosto los ingresos de los estadounidenses registraron su primer descenso en casi dos años.

El pesimismo que se apoderó de los inversores por esa desalentadora noticia se vio mitigado después por el ligero avance en septiembre de la confianza de los consumidores, según la Universidad de Michigan, pero ni siquiera ese dato ofrece un panorama alentador sobre la economía estadounidense.

"A pesar de que la pequeña ganancia de septiembre dejó la confianza de los consumidores a niveles bajos, lo más problemático es que los consumidores ahora anticipan que el estancamiento económico es el escenario más probable en el largo plazo", dijo el director del sondeo, Richard Curtin.