Con lo que hasta ahora se sabe del acuerdo que la pasada semana se perfiló, según José María Castellano, entre Novagalicia, Novacaixagalicia, Xunta y FROB para dotar a la caja de los fondos que al menos sostengan parte de la obra social, las cuentas no salen. La estrategia pasa por destinar los 96 millones de euros que la entidad se quedó antes de segregar su negocio al banco a acciones y elevar así su presencia con la vista puesta en futuros dividendos -se harán esperar hasta que la participación pública se liquide- que le alimenten. Pero, con la valoración actual del negocio, esa cantidad la dejaría lejos del 15% que los responsables del departamento consideran "imprescindible" para garantizar su viabilidad. La inversión de sus fondos, toda su liquidez, la dejaría en un 10%, si finalmente se ejecuta antes del cierre del año, en el primer tramo con un 2,5% de interés para el Estado.

Solo con la reducción de la solvencia en Novagalicia ese porcentaje crecería. Pero no será este año si, como parece, los grandes inversores se retrasan al menos unos meses y el banco obligatoriamente tendrá que posponer la posibilidad de aminorar sus recursos propios. "Con el peligro además que supondría dejar a la caja sin un euro", coinciden varios consejeros ligados a la futura fundación.

La otra cara del acuerdo está en la colaboración puntual del banco en determinados programas sociales actualmente en vigor, y dentro también de lo que permita su complicada situación en un escenario de fuerte contracción de los ingresos, y en la adquisición por su parte de la colección de arte de Caixanova -la de Caixa Galicia ya cambió de manos, porque se compró con cargo a dinero de la caja y no de su obra social- y de varios inmuebles. "A precios de mercado", incidió José María Castellano esta semana cuando anunció el pacto.

Lo que preocupa, y mucho, en la caja. Sus activos están valorados en el proyecto de segregación en un total de 342,093 millones de euros y básicamente todos son inmuebles. La tasación de los que podrían entrar en la operación y que luego la caja tendría que alquilar, es decir, que está obligada a seguir conservando efectivo -algunas fuentes hablan, sobre todo, de los centros social y cultural que pertenecía a Caixanova en Vigo, con un precio en los libros de casi 43 millones de euros- se está realizando "por expertos independientes" en un contexto de pinchazo de la actividad. La colección de unos 5.000 cuadros contaba con un valor de unos 8,9 millones de euros.