El Banco de España y la Comisión Europea ultiman una norma para dar salida a la banca española y poner fin al conflicto de las participaciones preferentes, un producto financiero que bancos y cajas españolas vendieron a sus clientes como deuda, con el reclamo de que tenían una remuneración más alta que los depósitos aunque tienen un vencimiento muy largo o no vencen, lo que sólo permite venderlas en el mercado secundario, a un particular, algo que desde que la crisis aprieta es imposible. El acuerdo entre el organismo regulador y la Comisión permitirá que buena parte de los tenedores de las preferentes recuperen su inversión en capital líquido.

PSdeG y BNG, que llevaron esta cuestión al Parlamento a finales de año cifran en 70.000 los gallegos "entrampados" en estos productos que no pueden recuperar la inversión, pero hay estimaciones que apuntan a que en España hay 100.000 millones de euros de capital cautivo en estos productos.

La solución que el Banco de España tiene muy avanzada, aunque pendiente de la aprobación de Bruselas sería global, tanto para los bancos, incluidos aquellos herederos de cajas que ahora cotizan en Bolsa -y que han ofrecido a sus clientes intercambiar sus preferentes por obligaciones convertibles en acciones - como las cajas o bancos que no cotizan, como Novagalicia banco, y que no tienen esa posibilidad.

La vía de las convertibles es una solución a medias, sobre todo porque son renta variable, están destinadas a convertirse en acciones que cotizan en Bolsa y a diferencia de lo que eran inicialmente las preferentes, pueden generar pérdidas al ahorrador.

Fuentes próximas al acuerdo aseguran que la idea pasa por convertir esos productos líquidos en líquidos, y aunque no precisan cómo advierten de que la solución se dará sobre todo para aquellos clientes particulares a quienes las entidades financieras -también Caixa Galicia y Caixanova- vendieron esos productos prácticamente como un depósito que podían recuperar en cualquier momento. Las dos entidades gallegas colocaron unos 450 millones en estos productos sólo en 2009.

Las participaciones preferentes eran antes de la crisis un producto ventajoso, que aportaba unos intereses mayores que los de un depósito; las entidades se financiaban y el particular que quería recuperar su inversión acudía a la entidad y ésta la colocaba con cierta facilidad en el mercado secundario. Actualmente ese mercado no existe, no hay ningún interés por comprar y a las entidades, obsesionadas con los nuevos requisitos de solvencia, no les cuentan como capital principal. Ni aunque quisieran, las pueden recomprar.

El Banco de España lleva un año en contactos con las entidades financieras españolas en busca de una solución que Bruselas también le exige y parece haber dado con ella, aunque todavía falta el visto bueno definitivo. José María Castellano, presidente de Novagalicia, ha participado en esa ronda de contactos. Desde que tomó posesión de su cargo ha asistido a cinco reuniones; la última, hace tan sólo unos días. Por eso ayer, en una visita privada a Ourense y a preguntas de la Cadena Ser adelantó que espera tener pronto una solución para que los clientes de las antiguas cajas que, como una viguesa que en 2009 invirtió 26.000 euros en preferentes de Caixanova que vencen en 9.999 -dentro de 8.000 años-, transformen sus inversiones en dinero "líquido".

Las entidades esperan que en las próximas semanas el Banco de España obtenga el visto bueno de Bruselas y presente la regulación.

A la espera de Moncloa

Castellano reconoció ayer en Ourense que su proyecto para captar inversores que recompren parte del capital que ahora está en manos del Estado avanza, aunque reconoció que la incertidumbre sobre las medidas que adoptará el Gobierno no ayudan. "Hasta que sepamos todos el futuro del banco, dudo yo mucho que avance más", dijo en declaraciones a la Ser, a lo que el periodista le preguntó si dudaba del futuro del banco. "Del futuro del banco, no. Dudamos de todo lo que está pasando en el sector financiero, no del banco". El presidente de Novagalicia añadió que no tiene constancia del interés de CaixaBank en la entidad gallega.