La profunda crisis económica ha agudizado el debate entre las diferentes corrientes de pensamiento y de análisis. Nada distinto de lo que ocurrió en otros periodos críticos. Hay diferentes estrategias para la salida de la crisis y hay también distintas aproximaciones a los problemas. Los economistas han fortalecido el debate. La primera gran iniciativa surgió con el llamado Manifiesto de los cien (mayo de 2009), promovido por un centenar de economistas de diversas universidades, con proyección internacional, y vinculados a la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). El Manifiesto de los cien lideró el debate sobre la necesidad de una reforma laboral en España. Pero en su blog Nada es gratis el colectivo aborda otros desafíos.

Luego han salido otros grupos de pensamiento. Está el Colectivo Cívico de Opinión, Economistas frente a la crisis y Fabianos Hoy. Este último es el que se ha planteado de forma más nítida como una alternativa antagónica al de los economistas integrados Fedea.

Las posiciones son divergentes. Los analistas de esta fundación se alinean en lo que se ha denominado como la corriente mainstream, la tendencia dominante o escuela de pensamiento "establecida". Para los fabianos, Los Cien son liberales o neoliberales. Pero los economistas de Fedea niegan esa etiqueta como definición del colectivo. "Muchos no nos sentimos así", aseguran. Los llamados fabianos sí se definen políticamente: se adscriben en la corriente socialdemócrata y en la opción keynesiana.

Precisamente, Los Cien se distinguen de los fabianos porque reniegan de cualquier identificación partidista o doctrina política y, si fueron críticos con el Gobierno de Zapatero (PSOE), también lo están siendo con el de Rajoy (PP): tres de sus cualificados integrantes -Luis Garicano, de la London School of Economics, Jesús Fernández-Villaverde, de la Universidad de Pennsylvania, y Tano Santos, de la Universidad de Chicago- pidieron hace un mes un nuevo Gobierno para España -de concentración- cuando el actual (PP) apenas lleva seis meses y dispone de muy amplia mayoría absoluta. "La prueba más evidente es que nuestra propuesta de reforma laboral poco tiene que ver con la que se ha hecho", aseguran.

Los fabianos tienen un origen político. Son economistas, abogados e inspectores de Trabajo que formaron equipo en el Ministerio de Trabajo cuando su titular era el economista Luis Martínez Noval (1989-1993). De ese colectivo también forma parte el profesor Jesús Arango, que fue secretario general de Empleo.

Ya en su origen el grupo de Los Cien hizo gala del alto nivel académico, científico e investigador de sus integrantes como respaldo y credibilidad de la fortaleza de sus propuestas reformistas.

Los fabianos, aunque admiten su ideario de centroizquierda, se desvinculan de cualquier dependencia orgánica de partido. El nombre lo toman de la corriente que dio origen al laborismo británico y que aún hoy perdura en Reino Unido con la Sociedad Fabiana, sin alineamiento partidista. Fabianos Hoy asevera que carece de dependencia patronal y que, a diferencia de otros foros y colectivos, incluidos Los Cien, no dispone de financiación empresarial. Los fabianos creen que la posición de Fedea es asimilable a la que sostiene la patronal española CEOE.

Pero Los Cien lo desmienten e ignoran las atribuciones de quienes los identifican con los intereses de bancos, eléctricas y multinacionales que financian a Fedea. "Nosotros investigamos y decimos, en función de los resultados de los estudios, lo que consideramos que sería más beneficioso para la sociedad en su conjunto", afirman estos analistas.

Los miembros de Fedea se autodefinen como un grupo de investigadores especializados en diversos campos de la economía y cuyos resultados hace públicos "sin argumentos políticos, sólo sustentados en las investigaciones realizadas".

El grupo de los fabianos acaba de apoyar el manifiesto difundido por los economistas Paul Krugman y Richard Layard, en el que se plantea una reducción a medio plazo del déficit pero acompañado de estímulos, porque "los recortes presupuestarios no infunden confianza en el mundo de los negocios. Las empresas sólo invierten cuando esperan suficientes clientes y con suficientes ingresos. La austeridad desanima la inversión", señalan.

Pero los economistas integrados en el grupo de Los Cien también discrepan del ajuste como terapia única para resolver la actual crisis económica. "Defendemos la austeridad y otro modelo de gestión en muchos ámbitos, pero no los ajustes drásticos y brutales que se plantean, porque eso afecta al crecimiento y retrasa la salida de la crisis", sentencian.

Los fabianos aseguran que las políticas restrictivas ya fracasaron en los años 30. "Cuando en Estados Unidos se incrementó el gasto entre 1940 y 1942, el PIB creció el 20%". Es decir, que "el problema en la década de 1930 -tras el crack del 29- fue de escasez de demanda y no de oferta". Lo mismo ocurre con el mercado de trabajo, señalan: "Si no hay pedidos, no hay demanda de trabajadores; y sin trabajo, no hay consumo, y se entra en un círculo vicioso que se agrava con los drásticos recortes y la falta de inversión. Y si no se corta este círculo, vamos al suicidio". Defienden que hay que recuperar "la política económica que surge en el XIX". "Muchos se han alejado de ello y del mundo real y estamos pagando las consecuencias", aseguran los defensores de esta corriente de pensamiento.