El trabajo está en Alemania, eso dicen. Su tasa de desempleo es baja -en julio se mantuvo en un estable 6,8%, casi cuatro puntos y medio por debajo de la media de la eurozona, de 11,2%- y los españoles, como los portugueses, los griegos y los italianos, son los que más han emigrado en el último año a las ciudades germanas en busca del empleo que escasea en sus países, los más castigados por la crisis económica en Europa, con altos índices de paro y sus bancos sometidos a rescate financiero. Cinco décadas después de la primera oleada de emigrantes españoles hacia Latinoamérica y Centroeuropa, una nueva generación de gallegos que han perdido sus trabajos en la construcción o el sector industrial, que no logran tener estabilidad laboral o no son capaces de encontrar una ocupación después de terminar sus estudios, ponen rumbo a Alemania.

Pero no todo son cantos de sirena los que proceden de Alemania. Se dan cuenta los mismos emigrantes al llegar o les advierten desde los Servicios de Empleo en España. El país acoge de buena gana a trabajadores bien preparados, pero es muy exigente con los de más baja cualificación o que tienen un dominio limitado del idioma. "El mercado de trabajo alemán ofrece buenas posibilidades de encontrar un buen empleo a la fuerza laboral bien formada que procede de estos países", avisan desde la Consejería de Trabajo e Inmigración de la embajada española en Berlín. "Los alemanes buscan gente muy calificada de perfil industrial, ingenieros, médicos y enfermeras o personal para el sector del turismo con un alemán muy fluido. Deben tener alta competencia laboral y lingüística", advierten en el Servizo Público de Emprego de la Xunta.

El número de españoles que busca empleo en Alemania llegó el pasado junio a 7.970 personas, lo que supone un crecimiento del 10,5% en relación al mismo mes de 2011. Los trabajadores españoles que bucean en busca de una oportunidad en el mercado laboral germano son los que más han aumentado, según los registros de la Agencia Federal de Empleo. Después son los griegos (4,1%) y los portugueses (0,2%).

El español que aterriza en Alemania a la caza de un empleo por su propia cuenta debe tener muy claro que explorar un mercado laboral que ofrece grandes oportunidades como el germano no garantiza la obtención fácil de un trabajo. Si lo que busca es una ocupación sin experiencia demostrable ni titulación en la que no tenga que ser crucial el dominio del alemán, entonces hay numerosas vacantes como friegaplatos, empleado de limpieza o trabajador de hotel. Quien aspire a encontrar un trabajo acorde con su preparación académica o relacionado con el empleo que ha tenido en España se tropezará con dificultades.

El idioma es un serio obstáculo. Saber inglés es una gran ventaja, pero no es imprescindible para acceder a un trabajo en Alemania. Hay que saber defenderse en alemán. Conviene hacer un curso de iniciación o perfeccionamiento en España o apuntarse, ya en la ciudad germana de destino, a cursos públicos gratuitos o clases privadas financiadas en gran parte por el Estado para obtener el B1, el considerado nivel básico de alemán para comunicarse con la gente. Los alumnos que mayoritariamente llenan estas aulas son los llamados PIGS (portugueses, italianos, griegos y españoles, de la traducción al inglés de la primera letra de cada gentilicio), como comprobó al empezar sus clases Pedro Pérez, un lucense que lleva desde finales del año pasado "batallando con el idioma" en Berlín y moviendo su currículum.

"La gente viene aquí con una idea un poco equivocada. Sin alemán no es posible trabajar ni en un McDonalds. Por desgracia, son pocos los españoles que me haya encontrado que han adquirido un nivel aceptable. Me da pena que la gente se venga a lo loco sin hablar ni papa de alemán y luego se encuentren con la cruda realidad, porque además el alemán no es fácil de aprender y necesita tiempo", añade Jorge Vilar, químico ambiental de Lugo que también busca empleo en Berlín después de haber trabajado seis meses en una organización alemana con una beca.

Para comenzar a vivir en Alemania (incluso antes de pelear con el idioma) hay que armarse de paciencia y obtener una serie de documentos. Primero, un contrato de alquiler; hay gangas para vivir en un modesto piso para una persona, aunque escoger una habitación en una casa compartida para empezar es económico en Alemania, pese a que los caseros exigen un contrato de trabajo al inquilino para que asegure que cuenta con recursos. Después es necesario tener el anmeldebestätigung, un equivalente en España a la carta de empadronamiento, y que suele requerir de mucho papeleo. Y finalmente, hace falta tener un permiso de libre circulación.

Con estos documentos en poder y la acreditación del B1, los gallegos que buscan empleo en Alemania ya pueden desplazarse a los job center (centros de trabajo) para ser entrevistados. En cualquier ciudad grande del país hay demanda de ingenieros, informáticos o trabajadores con perfil técnico y científico, aunque en una capital como Berlín el sector servicios es el que más se nutre de trabajadores extranjeros. Si el curriculum indica otra preparación, el personal de los job center busca ofertas adecuadas para los demandantes de empleo, aunque con frecuencia las encuentra en otras ciudades del país.

Si el aspirante a un trabajo en Alemania descarta la aventura y opta por desembarcar bien informado -lo que recomiendan encarecidamente las oficinas de empleo en Galicia-, puede recibir orientación en la Administración pública. Los Servicios de Empleo de España y Alemania colaboran a través de la Red Eures, que recluta trabajadores cualificados españoles para trabajar en el país germano. A quienes se apuntan se les exige un nivel intermedio de alemán para poder ser importados por empresas alemanas en áreas de Sanidad, Ingeniería, Enseñanza y Turismo. Esta red participa en procesos de selección de perfiles y presta servicios a trabajadores y empresas, a quienes ofrecen información y asesoramiento sobre oferta y demanda de empleo y condiciones de vida y trabajo.

"Alemania tiene poco paro y una gran campaña mediática para atraer trabajadores. En lo que va de año los servicios de empleo hemos recibido a nivel nacional más de 14.000 ofertas concretas para extranjeros. Hay muchas solicitudes todos los días. De 4.500 candidatos que tuvimos para un programa de trabajos de baja cualificación se consiguieron unas 500 contrataciones", pone como ejemplo una empleada de las oficinas de empleo de la Xunta.

El perfil del gallego que busca trabajo en Alemania que en el último año ha acudido a la Red Eures responde al de una persona de entre 27 y 45 años (hay casos de ingenieros de más de 50 años que perdieron su trabajo), con idiomas, en paro o con un contrato temporal precario, y que busca ocupación en el extranjero por la poca oferta que hay en España. En el mapa, Alemania se le aparece como la tierra prometida.

La llegada de españoles no pasa inadvertida para compatriotas que viven desde hace décadas en alguna ciudad de Alemania. José Antelo García, de 64 años, natural de Bertamiráns (A Coruña), se sorprende cada semana al escuchar "hablar tanto en castellano" en Berlín. Algunos gallegos que inician su aventura alemana en busca de trabajo han pasado por su bar para preguntar por puestos vacantes o pedir orientación. Abrió El Borriquito en 1972, tres años después de llegar a Hannover.

Para Antelo, el emigrante de ahora es distinto al de su generación. Al del siglo XXI le aguardan más trabas para convertirse en trabajador en Alemania y aterriza con una actitud distinta a como lo hizo él hace 43 años: "Cuando yo llegué aquí vivíamos muy mal en Galicia, emigrar era normal, y quienes ahora vienen han vivido más o menos bien en España en los últimos años. Ahora es más duro afrontar la emigración".

"El año pasado llegaron muchos emigrantes y apuesto a que a partir de septiembre llegarán más, porque cada vez que vuelvo a España veo que las cosas están mal", pronostica Antelo, que, siguiendo con las comparaciones generacionales, advierte de que antes no se pedía saber alemán para trabajar "en cualquier cosa" y ahora "te piden la nómina para vivir en un piso". Pese a las exigencias que le aguardan al emigrante, recomienda "probar suerte" en el mercado laboral de Alemania: "Si esperas a que mejore la economía en España va para largo".

Las oficinas de empleo alemanas contabilizaron en mayo pasado 46.026 españoles que ya están trabajando en el país, un 11,5% más que hace un año. Griegos y portugueses, además de italianos, suceden a los españoles en este ranking laboral de mano de obra extranjera en Alemania. Entre los trabajadores de los cuatro países -popularmente llamados PIGS en el mercado laboral germano-, los que con más severidad han recibido los golpes de la crisis y a los que ha tenido que intervenir Bruselas, sumaron en mayo un incremento interanual del 6,5%.

Las otras tres nacionalidades europeas tienen más presencia que la española en el mercado de trabajo de Alemania, donde trabajan, según los datos de la Agencia Federal de Empleo del país, 232.772 italianos, 117.744 griegos y 55.560 portugueses. El aumento de españoles solamente representa un 0,1% del total de trabajadores que hay en Alemania, frente al 0,7% que suponen los italianos, el 0,3% de los griegos y el 0,2% de los portugueses.

La voluntad trabajadora de los alemanes les impide permanecer inactivos. Según un estudio de la Oficina Federal de Estadística, a los 2,5 millones de parados registrados en Alemania que buscan activamente un puesto de trabajo se les suman otros 3,5 millones de personas que quisieran trabajar más, bien con una ampliación de su jornada laboral o bien deseando tener trabajo complementario.

Verónica Pérez no niega que ha tenido suerte. Los golpes de la crisis no la obligaron a emigrar a Alemania en busca de trabajo, se marchó allí hace ocho años para hacer unas prácticas mientras terminaba un máster. Desde Bonn, donde vive y trabaja, percibe la llegada de otros gallegos en situaciones más desesperadas. Para empezar, está "contenta" en su empleo -"trabajo en lo mío y el ambiente me gusta"- y su ocupación le permite viajar con frecuencia a Galicia para ver a su familia y sus amigos y "combatir así la morriña".

Esta periodista coruñesa de 32 años es desde hace dos años y medio gerente de Comunicación en la organización Asociación 4C, que trabaja en el sector del café y en temas de sostenibilidad. En Alemania también ha trabajado en régimen de prácticas y a media jornada en el Departamento de Comunicación y como asistente de relaciones externas del programa de Voluntarios de Naciones Unidas, y después a tiempo completo en el gabinete de comunicación de Fairtrade International, una organización que trabaja con productores y empresas internacionales para promover la compra de productos certificados de Comercio Justo.

"Mi caso es diferente al de la mayoría de los españoles que han emigrado recientemente a Alemania en busca de empleo. En primer lugar, no tengo el perfil académico y profesional adecuado. La mayoría de los que llegan son ingenieros, informáticos o científicos. Es lo que el mercado laboral alemán necesita. En segundo lugar, estoy aquí desde antes de que la crisis estallara en España. Vine buscando una experiencia nueva pero en principio contaba con regresar a España tras finalizar las prácticas. De verdad, nunca creí poder encontrar trabajo en Alemania con mi perfil académico", reconoce. Bonn, dice Verónica, es una ciudad pequeña pero muy internacional, con muchas empresas y organizaciones que tienen el inglés, más que el alemán, como lengua principal de trabajo.