Las ayudas públicas al conjunto del sistema financiero español desde que estalló la crisis en 2008 ascenderán a 53.000 millones de euros, según dijo el jueves el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, lo que equivale al 5,3% del Producto Interior Bruto (PIB) español aproximadamente.

Esto supone que, frente a la percepción generalizada y dominante entre la opinión pública española y también europea, el coste para los contribuyentes de reflotar y sanear al sector en España sigue siendo inferior a la mitad de lo que suman las ayudas a la banca concedidas desde 2008 en otros países de la UE.

Entre 2008 y diciembre de 2011 (hace un año), último dato disponible, los países de la UE habían destinado a sus bancos ayudas equivalentes al 12,5% del PIB de la Unión Europea. Este volumen, según difundió en su día la Dirección General de la Competencia, se desglosaban en 320.000 millones de euros para recapitalizaciones, 1,1 billones para compra de activos tóxicos y unos 4,26 billones en concesión de garantías, avales y liquidez.

Pese a la fuerte bancarización de la economía nacional, no obstante haber soportado y contribuido a una de las mayores "burbujas" inmobiliarias del área y a pesar del gravísimo endeudamiento de los ciudadanos y las empresas con sus bancos y cajas -del orden de 2 billones de euros-, el coste para el erario público y los contribuyentes de las ayudas a la banca es muy inferior al común de Europa.

La diferencia es que la banca española, mucho más sólida que la europea -tal y como dijo el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- al no haberse contaminado apenas como los productos tóxicos de ingeniería financiera y haber hecho por imposición legal provisiones anticíclicas en el periodo alcista del ciclo, aguantó las sacudidas del "terremoto" financiero generado por la crisis de las subprime y Leman Brothers mientras se encadenaron los rescates bancarios en Estados Unidos y países europeos. Sólo la prolongación de la crisis -más de cuatro años- y el agotamiento por ello de las provisiones anticíclicas situó a la banca española en apuros cuando sus homólogos europeos ya habían sido apuntalados por sus estados. El derrumbe inmobiliario -el gran lastre bancario español- y la mayor cifra de paro de la OCDE fueron la puntilla.

El coste neto para los contribuyentes españoles y europeos dependerá de la devolución de las ayudas y los resultados del banco malo.