Hace ahora casi seis siglos, el insigne marino Juan Sebastián Elcano completó la primera vuelta al mundo después de un largo viaje en barco de más de tres años. Pasado el tiempo, los consejeros y altos directivos de Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) decidieron convertirse en sus más aplicados sucesores. Aprovechando los años de vacas gordas y con la entidad alicantina subida en la cresta de una ola construida sobre la base de un ladrillo que, posteriormente, se convertiría en puro fango, la caja programaba viajes, incluso, para un centenar de personas -consejeros, ejecutivos y cónyuges- que, con la excusa de celebrar una reunión de trabajo de trámite, servían, en la práctica, para hacer turismo de lujo con cargo a las cuentas de una caja -liquidada, con su gestión en los tribunales y absorbida ahora por el Banco de Sabadell- en la que miles de alicantinos depositaban sus ahorros.

Con la economía a pleno rendimiento y en una época en la que todo valía, la cúpula de la CAM se embarcó en su particular ruta alrededor del mundo que les llevó, entre otros destinos, a visitar el Puente de San Carlos de Praga, la Plaza Roja de Moscú, el Obelisco de Buenos Aires, el Coliseo de Roma, la Plaza del Comercio de Lisboa, el Castillo de Edimburgo, México, el Caribe o, como se puede apreciar en el reportaje fotográfico que acompaña esta información, el Taj Mahal en la India o la Gran Muralla en China. El modus operandi era, casi siempre, el mismo: celebrar una reunión del consejo de administración casi intrascendente. Tras denunciar la prensa esos viajes, la entidad los justificó como un "pago en especie", alegando que los consejeros sólo cobraban unas pequeñas dietas por su trabajo durante el año.

El viaje a la India se organizó en diciembre de 2005, coincidiendo con el puente festivo de la Constitución. La expedición, de alrededor de un centenar de personas con todos los gastos pagados, voló desde Alicante a Nueva Delhi con escala en Madrid y Francfort. De los seis días de duración del viaje, los directivos de la CAM apenas dedicaron una tarde a una reunión, sin asuntos de calado, de un consejo de administración que se conformaba, casi siempre, con la bendición del PP y el asentimiento de los socialistas. Dos horas de "faena" y el resto de turismo. Pasearon en elefante, visitaron el Fuerte Rojo y el Taj Mahal en Agra, los monumentos de la populosa Nueva Delhi y hasta les organizaron una excursión al Ganges -río sagrado para los hindús- en Varanasi, la antigua capital del Imperio Mongol. El alojamiento, las comidas y las cenas se concertaban en establecimientos de lujo. Y siempre había sorpresa. Una de las noches del viaje se dedicaba a una cena -era algo ya completamente institucionalizado y que complacía mucho a consejeros y directivos de Caja de Ahorros del Mediterráneo- en la que la comitiva compartía mesa y mantel disfrazada con los trajes típicos de cada zona. En este caso, estética hindú para los hombres y saris, un vestido tradicional de seda ligera muy usado, para las mujeres. El gasto de vestuario corría también a cargo de la entidad de ahorro que, incluso en algún viaje como el que se organizó en el otoño de 2006 a China, llegó a contratar los servicios de modistos y costureros locales para que elaboraran esos trajes.

Después de que se registrara alguna protesta entre consejeros tras el viaje a la India, los directivos de la CAM "fabricaron" una coartada con mayor consistencia para montarse la citada excursión a China y justificar el gasto: la inauguración de la sucursal que la entidad de ahorro abrió en Shangai y una conferencia de Emilio Ontiveros, uno de los economistas más conocidos de España y que también fue invitado al viaje. Se celebró, además, como era norma para cubrir el expediente, una reunión del consejo de administración de apenas dos horas. En ocasiones, no se cumplía ni siquiera con la obligación de que, a continuación de la convocatoria del consejo, se reuniera la comisión del control. Ambos órganos directivos lo hacían conjuntamente para evitar que la sesión de "trabajo" se alargara mucho.

El viaje a China, con una comitiva como el de la India de alrededor de un centenar de personas, arrancó en Pekín con la visita a la Ciudad Prohibida, palacio imperial desde la dinastía Ming hasta el final de la Qing. Los directivos de la entidad pudieron ver también la Gran Muralla, el barrio antiguo de Shangai, ciudad en la que se inauguraba la mencionada oficina internacional de la CAM, y en este caso cambiaron el paseo en elefante de la India por una agradable ruta en barco en Hong Kong.

Durante este viaje, el tradicional baile de disfraces del que disfrutaba la expedición se organizó en esta última ciudad. La cúpula de la CAM se acicaló con llamativos Qipaos, ropa tradicional china. Hubo baile en el que participó, incluso, hasta el director general Roberto López Abad. Tiempos de vino y rosas en los que, para el gobierno del PP, los ciudadanos gastaron por encima de lo que podían. Visto lo visto y lo que ocurrió después, los consejeros de la CAM, desde luego, sí vivieron por encima de sus posibilidades. Pero el dinero era de los clientes.

La opinión del vicepresidente Armando Sala, apuntan fuentes conocedoras de los viajes en los que participaron durante años los consejeros de la CAM, tenía un importante peso a la hora de organizar las diferentes excursiones. Hasta el punto de que, entre algunos consejeros, era conocido con el sobrenombre de Marco Polo, en referencia al archiconocido mercader y viajero veneciano. Armando Sala, muy relacionado con Joaquín Ripoll, fue durante años vicepresidente de la CAM y responsable de la territorial de Alicante.