¿Objetivo prioritario? El nudo en el que se ha convertido el macrocrédito sindicado de unos 150 millones de euros con más de una veintena de entidades que desencadenó el preconcurso en Pescanova. Porque ese es el primer balón de oxígeno. Y en deshacerlo trabajan ya parte, precisamente, de los bancos presentes en el préstamo y que insisten una y otra vez en su apuesta por el futuro del negocio. En que es viable y que la multinacional pesquera gallega cuenta con su "total respaldo". Una especie de escudo financiero que pilota el Sabadell -entre los principales acreedores en la deuda total de la compañía-, de la mano de Novagalicia, Popular-Pastor, Bankia y Deutsche Bank, según confirman fuentes conocedoras de las negociaciones, que reiteran también que la voluntad es llegar a un acuerdo "cuanto antes". La solución pasaría por finiquitar ese crédito para formalizar una nueva operación solo con ellos, mientras Pescanova amplía capital e incluso lanza una emisión de bonos que refuercen sus recursos propios. Al menos, es lo que ahora está encima de la mesa.

Las tensiones de tesorería impidieron que Pescanova -con un endeudamiento total a corto y largo plazo de más de 1.500 millones- pudiera afrontar el 27 de enero la amortización que tocaba, de 15 millones, en el crédito. Los intereses estaban abonados. El problema era el capital. A la vista de la que se venía encima, y para, según las mismas fuentes, evitar un problema de liquidez que podría haber afectado al circulante del día a día -desde las nóminas, al pago a proveedores-, Pescanova solicitó un aplazamiento de 90 días.

Las renegociaciones en los créditos sindicatos implican unanimidad entre los firmantes. No fue el caso. De las más de veinte entidades implicadas, únicamente nueve contestaron a favor. El resto se opuso o evitó una respuesta. Lo que oficialmente representa también una negativa. Entre ellas, la mayoría de grupos extranjeros que financian al grupo, otros que están en reestructuración y con el grifo cerrado, o Kutxabank. En compañías de estas dimensiones, que se mueven prácticamente con todo el sector, la reestructuración financiera es "un impacto brutal".

De hecho, en la explicación sobre su ampliación de capital del pasado julio, Pescanova reconocía que entre sus "factores de riesgo" en aquel momento estaba la evidente cojera del sector financiero. "Si bien el grupo Pescanova puede hacer frente a su nivel actual de endeudamiento, podrían existir motivos tales como reducciones en los resultados, las necesidades de inversión o adquisiciones de otros negocios así como unas mayores necesidades de financiación o efectivo que podrían originar la necesidades de un incremento de endeudamiento del grupo -explicaba-. En este sentido debe considerarse además el contexto actual de dificultad para obtener o mejorar la financiación por las consecuencias de la situación económica sobre el sector bancario-financiero".

Eso por un lado. Un atajo inmediato a un endeudamiento, como dicen entre las entidades protagonistas de las conversaciones, "más tranquilo". Del otro, Pescanova -que ayer volvió a evitar cualquier pronunciamiento sobre su situación- reforzaría sus recursos propios con una ampliación de capital, la séptima desde el año 2000, y el lanzamiento de bonos. Una herramienta de liquidez que tampoco es nueva. La última vez, a un tipo de interés por encima del 8%. Junto a estos dos probables refuerzos, fuentes consultadas por este diario incluyen el aligeramiento de activos, con la mirada puesta en Chile.

Precisamente, ayer, durante casi una hora desde la apertura del mercado, Pescanova rememoró la pesadilla de la jornada del lunes, con un elevadísimo desfase entre la avalancha de órdenes de venta y la falta de apetito de los compradores. Así que el desplome en el arranque de la cotización, por encima de un 48%, hacía temer lo peor. Pero no fue así. El desplome fue amortiguándose, hasta cerrar en los 6,3 euros, lo que representa una depreciación del 9,48%. Eso sí. El volumen de negociación de la compañía fue inédito. De casi 10,2 millones de acciones, unos 49,9 millones de euros. Lo que representa entre el 10% y el 15% de todo el capital de la sociedad, que cambió de manos a lo largo de la sesión, al compás de las noticias que llegaban de algunos de los principales bancos acreedores de la empresa presidida por Manuel Fernández, con su mensaje de apoyo expreso a la viabilidad del negocio. Y eso pareció tranquilizar a los inversores. Evidentemente, el valor en una jornada convencional está muy lejos de alcanzar estas cotas de intercambio.