El expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe, ve "indicios de potencial estafa" en la comercialización de las preferentes y subordinadas emitidas a partir de 2009, pues ahí las entidades "ya sabían que no valían 100, sino 30 y se las enchufaban al cliente a 100 porque ya había estallado la crisis y necesitaban reforzar su solvencia captando capital, y las preferentes eran capital".

"Habría que investigarlo", defendió en su comparecencia en la comisión de investigación, la última de la sesión de ayer, y en la que también dio su opinión sobre la fusión gallega, al cuestionar el papel de la comunidad autónoma y asegurar que Caixa Galicia y Caixanova "se fusionaron por imperativo que se impuso al Banco de España". Sobre el fin de los arbitrajes, la vía "sensata" para que los afectados recuperen todo su dinero, sospecha que "se termina porque se acabó el cupo previsto en las negociaciones de España y Bruselas, que querían que también pagaran el pato los acreedores privados".

Conthe admitió que hubo "muchos vicios de consentimiento, falta de información e infravaloración de los riesgos" en la compraventa de estos productos híbridos, una operación que se realizaba en el marco de la cultura "donde hay que firmar" y en un país en el que se ve al empleado del banco "como un asesor aúlico cuando es un vendedor". A las preguntas de los diputados que cuestionaban el papel del regulador que "falló en su tarea de control", el expresidente de la CNMV replicaba que no se puede buscar "un único chivo expiatorio" y que "las culpas están repartidas".

Conthe, que estuvo al frente de la CNMV entre 2004 y 2007, aseguró que durante su mandato "se convenció a las entidades de que no emitieran más preferentes porque la gente no entendía el producto" y así solo se registraron los folletos que estaban en lista de espera pero no se admitieron nuevos.

Tras su marcha, expuso, se abrió una etapa "más legalista y también legítima" en la que no se prohibió la emisión porque legalmente la CNMV no puede, y se reforzaron los controles sobre los folletos de venta. El problema es que "hubo un divorcio total entre lo que decían los papeles y lo que los clientes aseguran que le dijeron en el banco o caja, una milonga", apostilló Conthe.