Los 15 minutos que se prolongó la intervención de Pedro González, uno de los responsables del Banco de España más cercano a todo lo ocurrido con las cajas gallegas, hasta la suspensión de la vista ayer fueron un buen aperitivo del resto de lo que puede contar hoy, a la altura de las expectativas creadas en lo que va de juicio. "En 2008 y 2009 Caixa Galicia nos envió un plan de reestructuración que era imposible que cumpliera en solitario", explicó. Caixanova, dijo, necesitaba también "una reestructuración" por el peso del sector inmobiliario. Su situación "era mejor que la de Caixa Galicia".

"El Banco de España analiza la situación de las entidades, no fuerza fusiones", excusó, sobre la posible conveniencia de la integración de las dos. González esgrimió el listado de condiciones con las que se fraguó el matrimonio. Entre ellas, "la venta de red". Sobre los contratos, solo hubo tiempo para un anticipo: "Una cosa es saber de ellos -dijo- y otra conocerlos".

La declaración de uno de los miembros de la comisión de control, Manuel García Lameiro, procedente de la entidad coruñesa y de CCOO, también reveló dificultades en Caixa Galicia. "La situación. No teníamos -ilustró- ni para bolígrafos".